La inesperada y sin precedentes ola de calor en los últimos tiempos ha llevado a ciudades e inclusive países a buscar formas de mitigar el sufrimiento en la población, las que fundamentalmente se reducen a una entre varias opciones, a saber:
—En París y en otras ciudades hay puntos donde el agua se esparce en una fina lluvia, que permite a niños y adultos refrescarse en el entorno, o inclusive dar un paso a través de la llovizna.
Tal clase de fuentes las hay en muchas poblaciones, desde Pontevedra en La Coruña hasta Lima en Perú.
—Sembrar árboles de sombra es la fórmula de muchas ciudades, entre ellas Medellín, Colombia, otrora asiento de mafias de la droga pero que se ha convertido en el “Silicon Valley” del país, donde se desarrollan tecnologías de toda naturaleza. Más y más en Medellín se siembran árboles y se forman parques para que la gente tenga dónde refugiarse sin caminar mucho buscando esos oasis.
—Los pueblos de Andalucía y del sur de España, que en el verano normalmente son calurosos, han siempre utilizado una “técnica” muy simple: las casas suelen estar pintadas de blanco, a lo que ahora se suma la recomendación de pintar también los techos de tal color para reflejar los rayos solares.
Ambas fórmulas, casa y techos blancos y sembrar muchos árboles son una fórmula para ciudades como San Miguel; como es muy costoso para la mayoría de gente instalar aparatos de aire acondicionado (los que contribuyen al calor general), pintar los techos de blanco, instalar persianas para impedir que el sol entre al interior de las viviendas y ampliar jardines y parques, contribuiría muchísimo a reducir el calor de la ciudad.
Lo mismo vale para vehículos: autos blancos e inclusive gris claro o rojos se conservan más frescos que negros o pintados de color oscuro; cada ciudad, cada persona debe analizar el entorno en que vive, si es en las alturas o junto al mar, si hay brisas permanentes o no las hay, si están junto a bosques o planicies secas.
Cada mañana el rubicundo Apolo despunta en el Oriente…
Mucho se puede lograr planificando con antelación, más ahora cuando el “cambio climático” es un tema que agita al mundo, pues se quiere achacar a la actividad humana, e inclusive industrial, lo que acontece y que esencialmente tiene un origen: los cambios en la superficie solar, que afectan desde las comunicaciones efectuadas por medio de satélites hasta la duración del día: se dice que en las últimas semanas se vivió el día mas corto —en milésimas de segundo— en la historia reciente dado un cambio en la órbita de la Tierra con respecto al Sol.
Los fanáticos tatascuras del Medioevo quemaron vivo a Giordano Bruno porque éste dijo que no era el Sol el que giraba alrededor de la Tierra sino lo contrario: la Tierra y todos los planetas giran alrededor del Sol.
Bruno también dijo que el número de estrellas en el universo era infinito, un hecho que la ciencia ha corroborado, señalando que en el firmamento hay incontables miles de millones de galaxias, cada una con miles de millones de estrellas girando en torno a gigantescos agujeros negros: el que corresponde a la Vía Láctea, nuestra galaxia, tiene la densidad de un millón de soles, cifras que literalmente están casi fuera de la comprensión del intelecto humano.
Cada mañana, cantó Homero, el carro del rubicundo Apolo rompe el alba, cruza el firmamento y se desvanece en atardeceres radiantes de colores…