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Criaturas

Por Carlos Mayora Re
Ingeniero @carlosmayorare

Como hace ocho años, el Papa Francisco aborda en su último documento el tema de la influencia de la acción humana en el equilibrio ecológico de nuestro planeta, cuya principal manifestación son las variaciones no esperadas en el clima mundial.

Su documento tiene un esquema: expone elestado de las cosas, hace una propuesta para identificar las raíces del problema, y habla de la necesidad de abordar, por parte de los hombres de buena voluntad, compromisos y acuerdos para paliar el estado del clima.

Vuelve a hacer énfasis en el tema pocas semanas antes de una cumbre sobre cambio climático organizada e impulsada por la ONU, con unas frases que -si bien hacen referencia a la cuestión medio ambiental- podrían ser muy valederas para otros temas en los que se antepone el beneficio particular al bienestar global. Como, por ejemplo, cuando escribe que “necesitamos superar la lógica de aparecer como seres sensibles y al mismo tiempo no tener la valentía de producir cambios sustanciales”.

Lo que podría parecer una profundización de las ideas expuestas en su primer documento, hace un giro interesante cuando habla del “paradigma tecnocrático”. Un modo de abordar las cosas que confía plenamente en la mera tecnología para la solución del problema del clima. Y esto, que podría parecer lo adecuado: un problema creado por la tecnología debería ser enfrentado desde la tecnología, resulta, como dice Francisco, una mera cortina de humo que oculta el fondo de la cuestión.

Específicamente, propone que si la tecnología y las soluciones técnicas podrían ser el medio para llevar a cabo la corrección climática (en la medida de lo posible con el desarrollo actual de la ciencia); en ningún momento esas acciones se podrían convertir en el motor del cambio. El Papa aboga más por una conversión personal, y colectiva, por una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza, como el motor y el método para corregir el problema… que simplemente bajar los interruptores de las máquinas.

Propone un cambio de paradigma. Algo así como pasar de un problema analizado, enfrentado y corregido técnicamente, a una realidad identificada y abordada éticamente.

Entonces, dice el Papa, no se pude quedar por fuera del análisis ni de las propuestas de solución replantearse nuevos modos de producción y consumo, ni se vale que los gobernantes (principalmente en sociedades liberales) se laven las manos diciendo que se trata de un problema científico para ser resuelto por la ciencia… cuando en realidad, en el fondo, se trata de un problema político que debe ser resuelto por la política… y, más específicamente por una ciencia que no es que esté pasando sus mejores días en estos dorados tiempos: la ética política.

En el fondo no se trata de cambiar de raíz el modelo económico (aunque sí evitar las consecuencias de sus excesos, controlándolos desde el poder político), sigue exponiendo el Papa, sino de cambiar el modelo energético y el modelo de producción y consumo imperante en la mayoría del mundo.

“Hace falta [escribe] lucidez y honestidad para reconocer a tiempo que nuestro poder [de la humanidad] y el progreso que generamos se vuelven contra nosotros mismos”. Y no, precisamente, por falta de capacidad, sino, por el contrario, por exceso de ambición, inmediatismo e irresponsabilidad.

En última instancia, se trata de que todos los seres humanos nos reconozcamos creaturas y administradores de un mundo que de generación en generación recibimos para cuidarlo y hacerlo fructificar. Y no simplemente de organizar programas, campañas y montajes que terminan castigando económicamente a quienes son “insensibles” al tema, premiando a los mercadólogos “ecológicos” o tirando cada cosa en el recipiente que le corresponde. Sino, como decíamos, profundizar en la condición de criaturas porque, como escribe Francisco, “un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo”.

Ingeniero/@carlosmayorare

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Cambio Climático Opinión

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