En el pasillo de las oficinas administrativas del cementerio municipal Santa Isabel, en Santa Ana, pegaron pliegos de papel donde anunciaban que a partir del 13 de octubre se iniciará el proceso de exhumaciones de 500 osamentas que ya cumplen los siete años de sepultadas, y que de los cuales sus familiares en vida no están al día con sus impuestos.
El anuncio municipal alertó a varias personas que se asomaron preocupadas para revisar si el nombre de su familiar muerto aparecía en la lista de esos seis pliegos de papel.
Mientras que unos los encontraron, otros, al no ver el nombre de su familiar, pasaron directamente a la ventanilla, donde el personal los buscó en los libros contables entre los años 2000 y 2005.
Rosalina Cano llegó preocupada para constatar qué tan solvente estaba en el pago, ya que algunos de sus familiares cumplen los siete años o sobrepasan el tiempo de que fueron sepultados.
El aviso del cementerio fue publicado en el Diario Oficial el 12 de septiembre pasado, en el que anunció las disposiciones que dictan los artículos 15 y 36 de la Ley General de Cementerios.
El primero indica que los camposantos prestarán el servicio de “perpetuidad y temporales”, y serán estos últimos los que “no podrán ser menores de un periodo de siete años prorrogables”; el 36, en cambio, en el apartado de exhumaciones, indica que cuando los acreedores de la tumba “no pagaren los derechos de prórroga a los puestos de fosa de cualquier categoría dispuestos en el artículo 15, podrán exhumarse”.
A sus 72 años, Rosalina tiene enterrados en este cementerio a sus cuatro hijos, un hermano y su mamá. Explicó que no es algo de lo que le guste hablar, pero que se vio obligada a venir para averiguar sobre su situación de deuda, debido a que no había logrado pagar por su nicho por falta de dinero, porque durante la pandemia se quedó sin trabajo y hasta ahora no logra estabilizarse.
“Uno de mis hijos falleció en 1990 y desde entonces cancelé algunas veces como de 7 u 8 dólares, pero ahora es otra cantidad y no los tengo, no trabajo. El pago de mi mamá lo pude conseguir porque tiene su tumba”, señaló, momentos después de limpiar la maleza en la tumba de su madre Adela, que falleció en mayo de 2002.
Al presentarse a la ventanilla le notificaron que su mora venía desde el 2018, al menos la de su mamá. En cuanto a los restos de sus hijos, tendrá que presentarse para verificar si aún están dentro de la misma tumba que los dejó.
“Me preocupó porque no quisiera que a mi mamá la sacaran. Yo sé que no la puedo ver, pero al menos está aquí. Siento satisfacción porque la amo todavía”, dijo.
El cementerio fue abierto al público en 1897 y está compuesto por 35 manzanas que se dividen en 640 cuadros, donde hay un aproximado de 300 tumbas o hasta más dependiendo del tamaño del terreno.
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El Santa Isabel es conocido por su amplitud y por tener resguardado los restos de personajes emblemáticos de la ciudad morena, como el futbolista Óscar Alberto Quiteño, en 1964, y el presidente de la República, Tomás Regalado, fallecido en 1906.
Al otro lado del cementerio está Ana María Sánchez, de 83 años, que caminó con su hija Noemí. Ellas son vendedoras y después de un largo día llegaron a las 2:00 de la tarde para pedir información, porque ninguno de sus familiares sabía cómo estaba la situación de mora en el cementerio de sus dos nietos y de su hermana, todos entre los años que están en la lista.
“Les tenemos aprecio (a los parientes fallecidos) y no quisiéramos que los sacaran. Que los exhumen significa una tristeza porque nos los vimos”, señaló Ana María, mientras se paraba a la par de su hija en camino a la tumba de su hermana María, que murió a los ochenta años a raíz de las complicaciones de la osteoporosis en 2004. “Los de mi hermana los vamos a pagar si están pendientes, pero creemos que estamos al día”, continuó.
La administradora del cementerio Santa Isabel, Dolores Hernández, dijo asombrarse de la cantidad de personas que han llegado preocupadas en ponerse al día a favor de sus familiares fallecidos.
“Piensan que a todos se les va a sacar a sus familiares, pero no es así”, señaló, para mantener la calma de todos los que han llegado. “Se exhuma a las personas que cumplen sus siete años que no se han refrendado (pagado el derecho). Si no se refrenda, regresa (el espacio de la tumba) a la municipalidad y nos da a nosotros el derecho de volver a ocuparlo nuevamente”.
Hernández explicó que en los espacios que no aparezcan como solventes, los restos serán sacados de las tumbas para luego clasificarlos en bolsas especiales con los datos del fallecido, a partir del 13 de octubre.
Cuando se inicie este proceso y no hayan sido reclamados se dará un periodo de gracia de 30 días, de lo contrario pasarán a una fosa común, de donde dichos restos ya no podrán ser recuperados.
Ella añadió que esta medida viene por la necesidad de espacios debido a una sobredemanda y que por este motivo no hay espacios en venta. “Como municipalidad no estamos vendiendo y hay gente que trata de engañar a las personas. Lo hemos detectado con las personas que vienen a preguntar”, señaló.
El municipio de Santa Ana cuenta con un cementerio público y 14 periféricos ubicados en los cantones que lo conforman. Las personas que necesiten saber el estado de su cuenta en el camposanto pueden contactar al 2402 7558.