Jeshua García es un joven con discapacidad visual amante de la música y el canto que se abre camino en este arte, y que asegura le ha dejado infinidad de gratas experiencias.
En mayo pasado llevó serenata a las madres de pacientes de Oncología y otras áreas en el Hospital Nacional de Niños Benjamín Bloom donde, con un grupo de amigos. Ofrecieron una fiesta para conmemorar el Día de las Madres.
Otra de sus recientes presentaciones fue como pianista durante el concierto que la Orquesta Sinfónica Juvenil ofreció en la iglesia El Calvario en abril pasado como parte de las actividades de revitalización del Centro Histórico de San Salvador. Temas como “Marcha”, “Trepak”, “Paseo”, “Titanic”, “Piratas”, “New York” y “Oye cómo va”, entre otros, fueron parte del repertorio en el que Jeshua participó.
Este entusiasta joven, de 18 años, también tiene su propio canal de Youtube donde publica sus videos musicales, muchos de estos grabados desde la sala de su casa ubicada en el barrio Santa Anita.
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Jeshua estudia música en la Escuela de Música Angelus, y desde hace dos años se especializa en diferentes instrumentos. Los días sábados también da clases de guitarra en la academia a un grupo de jóvenes de entre 10 y 17 años a quienes enseña con la misma pasión y entusiasmo que le caracteriza. También tiene a su cargo un taller de guitarra para niños de primaria en un centro educativo.
“Siempre me ha gustado expresar mis emociones, y la música me ha dado la oportunidad de explorar y descubrir nuevos sentimientos”, expresa.
Jeshua toca la guitarra, el piano, el bajo, la trompeta, la batería, los timbales y se capacita para tocar en una orquesta. Uno de sus sueños es convertirse en solista y presentarse en grandes escenarios.
“Es asombroso el nivel de independencia que tiene, su discapacidad no es una limitante, por el contrario vemos como Jeshua ha aprendido a desarrollar más otros sentidos como el tacto y el oído.
Marlon Fernández, profesor de música Escuela Angelus
Marlon Fernández, maestro de música de Jeshua, resalta el compromiso y la disciplina de este joven que, en sus palabras, vive para la música.
“Es asombroso el nivel de independencia que tiene, su discapacidad visual no es una limitante, por el contrario vemos como ha aprendido a desarrollar más otros sentidos como el tacto y el oído. Jeshua enseña a otros estudiantes lo que ha aprendido y él también aprenden de sus compañeros”, explica el profesor Fernández, docente en la Escuela de Música Angelus.
Jeshua cursa actualmente el segundo año de bachillerato en el colegio Temach, y se prepara para iniciar la universidad el próximo año.
Planea iniciar sus estudios en la Universidad de El Salvador y estudiar psicología.
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“Es interesante como algunos hechos nos pueden modificar o nos pueden afectar de buena o mala manera. Me gusta estudiar la mente y el comportamiento de las personas, eso me ha ayudado a poder relacionarme con los demás”, dice.
Jeshua se describe además como amante de la lectura y la escritura, la poesía en especial. También ha escrito varias historias que tienen mucha relación con su vida y las experiencias que comparte con su familia y allegados.
Actualmente vive con su mamá, su hermana menor y sus abuelos quienes, asegura, son su motor para buscar superarse a si mismo todos los días.
Rompiendo barreras para alcanzar sus ideales
Para este talento salvadoreño, la principal barrera que enfrentan las personas con discapacidad en el país son de carácter social, dentro de estas la discriminación laboral o dificultades para encontrar un trabajo; barreras en la educación, con docentes sin capacidades para atender a esta población en las aulas de enseñanza regular. A estas asegura se suman barreras culturales y de infraestructura.
“En nuestro país vemos que las aceras por ejemplo están dañadas, no son adecuadas para esta minoría, eso dificulta mucho la movilidad”, sentencia.
Desde su nacimiento Jeshua fue diagnosticado con una retinopatía del prematuro, enfermedad ocular que puede afectar a los bebés nacidos antes de tiempo o que pesan menos de 3 libras al momento de nacer y que puede llegar a producir la ceguera.
Su madre, Ericka Cordova, explica que nació a las 31 semanas y con un peso de tres libras.
A la semana y media fue diagnosticado con este padecimiento.
De acuerdo al Centro Nacional para la Información Biotecnológica de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, la retinopatía del prematuro es una enfermedad prevenible potencialmente grave que se puede presentar en hasta el 34% de los recién nacidos de pretérmino.
Ser una persona no vidente ha llenado a este joven de fuerzas para alcanzar sus sueños. Elegir entre la música e iniciar su carrera universitaria dice que no es una opción, pues está convencido ambas tareas “me llevaran muy alto”.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad 2015, dada a conocer en mayo de 2016, a esa fecha en El Salvador habían 145,361 personas con discapacidad visual, de estas 96,747 son hombres y 51,614 son mujeres. Este es el segundo tipo de discapacidad que predomina en el país, después de la discapacidad física con 193,053 personas en esta condición.