Este 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, la feligresía católica formó parte del ritual de la imposición de ceniza, que marca el inicio de la cuaresma, en el que también participaron los alumnos de diversos centros de estudios, que recibieron la liturgia por el Fray Henry González, que se hacía acompañar de su perro Jack.
Es un perro ya de avanzada edad, que resulta de la mezcla entre un Chow Chow con un aguatero, asiste a la hora de la oración, a las 5:30 de la mañana y está presente en todas las misas de la Parroquia Oratorio San José, de San Miguel, según comenta el Fray Henry. La amistad entre el franciscano y el can se remonta a unos 15 años en Ilopango, San Salvador.
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“Jack estaba en una presencia franciscana en Ilopango, cuando hemos hecho el cambio de frailes se quedó un poco triste y se tuvo que desplazar a Planes de Renderos donde los últimos 11 años vivió conmigo en esa casa, y luego me mueven al Oratorio (San Miguel) me vine sin el perro, solo con los trapitos que tenemos, pero Jack entró en un estado depresivo, no comía y pasaba todo el día en la habitación donde yo dormía. Al ver esta situación los frailes lo trajeron y ha recobrado la vida, y por eso camina en torno a los frailes”, cuenta el Fray Henry.

El gran perro de largos pelos color café, se ha ganado el cariño de los feligreses por ser “educado”, se deja acariciar de los niños, pero como un buen amigo y protector está atento de las personas que se acercan al sacerdote. Una vez concluida la misa se retira del atrio principal de la iglesia.
Jack comparte la casa de los franciscanos con una gatita con la que tiene una relación quizás mejor que el tipo de relación que pueden tener los humanos señaló Fray Henry.

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