El Colectivo Danzario Istak Shuchit surgió en 2020 con la idea de mantener vivas las costumbres, las tradiciones, la historia y los orígenes de la cultura salvadoreña a través del arte de la danza.
En la actualidad lo conforman más de 28 bailarines, quienes busca transmitir, por medio del ritmo y los movimientos, la esencia de las raíces cuscatlecas.
“Iniciamos en noviembre de 2020 por una propuesta de hacer un espectáculo virtual. Nos reunimos cuatro parejas para ese entonces y comenzamos a ensayar. Posteriormente, nosotros quedamos así trabajando. En el año 2021 iniciamos ya de manera más fuerte, ya que la pandemia hizo que no comenzáramos como se debía, pero iniciamos en abril del año pasado”, explicó Lizeth Rosales, directora del colectivo.
En lengua náhuat “Istak Shuchit” significa “Flor Blanca”, y con este nombre se busca honrar a los pueblos indígenas de El Salvador.
“Una de mis visiones era formar un grupo de danza y entonces yo decía: ‘Me encantaría que se llamara Flor Blanca’. Entonces, en la medida que pasó el tiempo y que se dio la oportunidad le pusimos así al grupo, solo que en náhuatl”, destacó Rosales.
Los jóvenes que conforman el colectivo provienen de diferentes municipios como, San salvador, San Marcos, Panchimalco, Soyapango, San Martín, Aguilares, Santa Tecla, La Libertad y Chalatenango. Además, rondan entre los 18 y 30 años de edad.
Mientras que los profesionales que están a la cabeza de este grupo son: la directora y bailarina, Lizeth Rosales; el maestro Vayron Linares que es el coordinador artístico; y el maestro Francisco Castillo, quien se desempeña como coreógrafo.
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Según Rosales, para formar parte de “Istak Shuchit “lo primero es tener ganas, que es lo más importante; el sentir la danza y querer trabajar por hacer algo diferente en nuestro país, porque nosotros no hacemos distinción. Es un colectivo abierto, inclusivo. Estamos en un proyecto a posterior de querer integrar a bailarines con capacidades especiales”.
El grupo se reúnen todos los domingos, de 9:00 a.m. a 12:00 p.m., en la Casa de la Cultura del Centro Histórico, en donde los docentes les imparten clases de diversos géneros de baile como: danza clásica, contemporánea, ritmos populares y folklóricos, por mencionar algunos.
“Hemos querido integrar todas estas danzas que nos ayudan a todos a fortalecernos como bailarines, porque sé que se puede lograr hacer un movimiento danzario realmente fuerte”, añadió Rosales, quien también tiene una trayectoria de 26 años en el rubro.
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Es por esa razón que indicó que “el fin del grupo es mostrar que hay tanta habilidad, tanta capacidad, tanto talento de jóvenes bailarines y bailarinas en el país, que a lo mejor no tienen el espacio para hacerlo. Entonces, la idea es abrir un espacio para que ellos también se sientan parte de un colectivo donde puedan mostrar todas sus capacidades”.
Para Kelvin Miranda, ser parte del colectivo le ha permitido aprender nuevas técnicas y géneros del arte de la danza, así como pulir sus conocimientos para convertirse en un profesional en esta rama.
“Lo vi como una ventana para aprender nuevas cosas, es decir, no quedarme en una sola rama, sino que aprender muchas cosas, ya que la danza es tan grande que no se termina de aprender en la vida. Y pues hemos tenidos clases de diferentes géneros de danza. En mi caso yo nunca había bailado contemporáneo, nunca había tenido clases de ballet, pero para mí fue una dicha y a la vez un aprendizaje muy grande”, añadió Miranda.
Y es que el objetivo del grupo no es hacer presentaciones frecuentemente, sino crear una obra dancística cada año para luego hacer giras por todo el país con el espectáculo, ya que los jóvenes se preparan en todos los aspectos para dar un verdadero show.
En marzo de este año estrenaron la obra “Aún estamos aquí”, cuya producción se fusionó con la Orquesta Filarmónica de El Salvador para combinar la danza y la música en un mismo escenario.
El espectáculo narra la historia salvadoreña, desde lo prehispánico hasta la guerra civil, pasando por los moros, cristianos y el levantamiento indígena, con el fin de rendir tributo a los pueblos originarios, los cuales “aún con los embates de nuestra historia, siguen vigentes y son las raíces de nuestra cultura”.
Esta puesta en escena llegará una vez más a las tablas del Teatro Presidente el próximo 2 y 3 de septiembre; cuyas funciones serán a las 7:30 p.m. y 5:00 p.m., respectivamente.
Las personas que deseen disfrutar de este espectáculo, pueden adquirir sus entradas a solo $10 en www.smartticket.com.sv o en los días de las funciones en la taquilla del teatro.
En la obra, que tendrá una hora de duración, estarán presentes las costumbres y tradiciones del territorio cuscatleco, entre ellas: la vestimenta típica, el náhuat, el añil, el café, y los símbolos de la identidad salvadoreña.