En la actualidad, Gladys es una de las salvadoreñas más destacadas del país, pues recientemente se convirtió en vocera de El Salvador para la ONU.
Además de ello, es activista social y colaboradora del Bazar Solidario, un sencillo lugar ubicado en la prolongación de la Alameda Juan Pablo II, que tiene el objetivo de cambiar realidades para quienes reciben esa ayuda.
A Gladys, su experiencia le ha enseñado a ver la realidad con otros ojos, y recuerda con nostalgia los difíciles momentos que vivió al padecer cáncer en el 2014.
“Soy sobreviviente de cáncer, y el ver que hubo gente que llegó a la cama donde yo estaba, marcó mi vida a través de la solidaridad”. Ese fue el motivo que la movió a intentar armar una maquinaria destinada a cambiar vidas.
Al recordar este capítulo de su vida, Gladys dio inicio a su proyecto “Esperanza”, en el que se encarga de brindar ayuda mediante la entrega de comida y kits de higiene personal a pacientes ingresados en el Hospital Rosales.
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Gladys reconoce las necesidades que hay a su alrededor, y gracias a su historia, reflexiona lo mucho que le costó llegar hasta donde se encuentra ahora, y se ve motivada a dar lo mejor de sí, para cambiar la realidad de los demás.
“Cuando uno crece en una realidad difícil, uno dice: quiero ayudar a los demás para que lo que yo pasé, no se repita”, dice y está convencida que la unidad es la respuesta a los problemas de El Salvador.
Llamado a la unidad
En el contexto actual Gladys echa un vistazo a su alrededor, y está convencida que lo que más necesita el país para cambiar, es trabajo organizado en favor del bien común de los salvadoreños.
“Estamos viviendo una etapa de violencia, división, ataques digitales, y lo que necesitamos es verdaderamente unirnos como hermanos”, concluye.