Antony D’ Oliveira, de 29 años, está por tercera vez en El Salvador en su viaje por el mundo que inició en Australia solo con la curiosidad de conocer otros países y las culturas, se convirtió en una misión para demostrar que los humanos tenemos más cosas que nos unen que desigualdades.
Cada tarde, a un costado del Teatro Nacional, donde artistas del estatuismo y distintos emprendimientos se colocan en las aceras, Antony toma un espacio y habla de la igualdad, muestra lo recorrido por el mundo a través de varias fotografías, mapas, documentos y billetes de los 90 países en los que ha estado. También presenta
su proyecto Jumps Travel Documentary, que es un canal de Youtube con videos sobre sus aventuras.
En su presentación pide colaboración voluntaria de los asistentes pues de esta manera continua su viaje por los países que le hacen falta y para concretar su sueño más ambicioso, que es terminar su documental.
El viajero comenta que el racismo es algo que ha marcado su viaje, porque debido a su color de piel, suelen confundirlo con un migrante haitiano, venezolano u otro país, y hasta que muestra su pasaporte francés la actitud de los aduaneros cambia.
“En mi país Francia no conocí el racismo, en mi familia nunca fue un tema o algo que me afectara tanto como en mi viaje”, explica Antony. Sus papás son originarios de la ex colonia francesa Togo (África occidental) y de la Isla Guadalupe, territorio francés en el Caribe, ambos lo educaron con los valores de la igualdad y respeto hacia los demás.
“He aprendido que todos somos iguales, solo tenemos formas diferentes de ver la vida, pero la sangre bajo nuestra piel es del mismo color”, explica, además cree que la causa de la discriminación y el racismo es por la falta de educación, “lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos es educarnos, si tienes la oportunidad de viajar aunque sea una vez en tu vida hazlo, es importante, viajar te cambia completamente”.
El viajero comenta que cada vez que ha estado en El Salvador lo disfruta y ha visto cómo ha cambiado. “El Salvador no solo son maras, es muy bello, conozco de su pasado muy duro”, dice al referirse que sabe que aquí no hay muchas personas como él por situaciones como las medidas de migración que impuso Maximiliano Martínez durante su mandato, además del genocidio ocurrido en 1932.
Antony afirma que no ha sufrido discriminación en El Salvador pero si nota que la gente lo observa con curiosidad, le piden fotografías o le toman muchas fotos, algo a lo que no se ha acostumbrado. “Cuando me ven piensan que soy de Estados Unidos, me hablan en inglés, una persona me dijo que estaba muy quemado como para ser francés”, relata.
Cuando Antony instala su exposición callejera, las personas inmediatamente lo rodean, lo observan, ven lo que va poniendo en el suelo, presenta su exposición y luego le hacen preguntas de todo tipo sobre otros países. Algunos dejan una moneda como contribución a su causa y otros simplemente se retiran.
Alma Ramos, una de las personas curiosas que lo observan dice que es muy interesante lo que cuenta, incluso se fotografió con él. “Lo veo siempre que paso por aquí, pero siempre hay mucha gente, esta es primera vez que paso cuando no hay tanta gente”, dice.
Antony visitó por primera vez El Salvador en 2018, estuvo el oriente del país, luego regresó este año en agosto donde comenta que se enamoró de una chica llamada Idalia, que presencio una de sus exposiciones; sin embargo, quedarse mucho tiempo le causó una multa y tuvo que ir a Costa Rica a renovar los permisos.
Hace quince días regresó, pero asegura que en enero continuará su viaje por los países de Suramérica que no conoce, que son Paraguay, Perú, Bolivia y Ecuador.
“Enamorarme mientras viajo es definitivamente una experiencia interesante, para ser honesto, he estado luchando mucho para dejar a Idalia”, expresa.