Es muy probable que en tu casa haya más de un gecko, esas pequeñas lagartijas blanca con ojos grandes y oscuros que hacen un sonido muy particular, como si estuvieran tirando besos. Usualmente caminan por las paredes, en los armarios, en los floreros… por todas partes. Es común que provoquen gritos de susto a quienes repentinamente se topan con ellos al mover un cuadro, las cortinas o una caja.
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Muchas personas tienen la creencia que esto pequeños animales son venenosos, que transmiten enfermedades e incluso que orinan una sustancia que irrita la piel. Pero ¿todo esto malo que se dice de los geckos es realidad o un mito? A continuación te revelamos algunos detalles respecto a estos pequeños inquilinos.
Este ruido tan peculiar, que tiene una función tanto territorial como de cortejo, es ya un sonido cotidiano que delata la presencia de estos bichos de manera fácil. Asimismo, poseen adaptaciones especiales en las patas que les permiten adherirse a superficies tan lisas como el vidrio y así movilizarse sin dificultad.
Los geckos se alimentan de todo tipo de invertebrados, en especial de insectos y arañas Como se dijo líneas arriba, se cree que son venenosos, que pueden inyectar una sustancia tóxica al morder o bien, que transmiten enfermedades.
Muchos biólogos han demostrado que lo anterior es completamente falso, pues son del todo inofensivos. El temor generado en torno a este tipo de lagartija por esta creencia puede ser tan extremo, que hasta es considerado una fobia.
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Se cree que estos geckos caseros aparecieron en Centro América en la década de los 90, posiblemente como pasajeros ilegales o polizones en barcos que transportaban productos comerciales de Asia y el Indopacífico, y desde entonces se han extendido ampliamente por el continente americano. Su éxito adaptativo está relacionado con su gran capacidad reproductiva, pues sus huevos se desarrollan en cualquier parte o superficie.
Se sabe a ciencia cierta que más que un peligro o un animal dañino, los geckos representan un aliado importante en las residencias, pues contribuyen activamente con el control de muchas especies, sobre todo insectos, que sí son perjudiciales para la salud tales como cucarachas, moscas, zancudos, polillas...