El día de ayer Celsius, una de las empresas líderes mundiales en créditos en criptomonedas bloqueó el retiro de fondos de su plataforma, el equivalente a que un banco se niegue a pagar retiros de las cuentas corrientes de sus clientes. Este es un clavo más en el ataúd de Bitcoin.
Otra empresa grande del ramo, Binance también bloqueó los retiros de sus clientes por varias horas porque “un retiro se había trabado”—posiblemente uno grande que no tenían fondos para pagar. Otro clavo. Esto pasó mientras el precio del Bitcoin caía casi 12% en un día. Un tercer clavo.
Lo que ha pasado en las últimas semanas y especialmente en los últimos días con el Bitcoin debería de llevarlo a usted hacerse una introspección para darse cuenta de cuán lejos usted ha estado de la realidad si esperaba que: 1. El precio de los Bitcoins subiría con la imposición de las sanciones a Rusia, porque todos los rusos y sus abuelitas iban a comprar Bitcoins para hacer todas sus transacciones con ellos cuando perdieron acceso a las tarjetas de crédito occidentales; 2. Que como se emiten relativamente pocos Bitcoins por día y de una manera previsible, el Bitcoin era menos inflacionario que el dólar y el euro, porque estas dos monedas las hacen bancos centrales que deciden cuánto dinero van a crear; 3. Que por eso los Bitcoins eran una defensa contra la inflación del dólar y que si subía ésta la gente vendería sus dólares para comprar Bitcoins (es decir, el precio de los Bitcoins en dólares aumentaría brutalmente al subir la inflación del dólar); 4. Que el Bitcoin, después de una recaída, iba a seguir subiendo hasta sin interrupciones hasta llegar a valer millones de dólares; y, 5. Que finalmente se descubriría que la luna efectivamente está hecha de queso, una creencia que es más o menos del mismo calibre que creer los puntos anteriores.
Esto lo escribo no con mala intención de hacerlo sentir mal al ver que eran falsos todos los pronósticos que usted creyó sino para que reflexione por qué creyó en ellos. Equivocarse en pronósticos no es de avergonzarse porque el futuro es nebuloso y cualquiera puede equivocarse. Pero hay casos de casos. En este caso, el del Bitcoin, había dos pronósticos contrarios: uno, que el Bitcoin es el camino del futuro, la moneda ideal que va a subir de precio para siempre; el otro, que el Bitcoin es un esquema de Ponzi, cuyo precio se mantiene por encima de cero sólo si los que ya tenían Bitcoins convencen a nuevos clientes de que se los compraran.
Note ahora que la afirmación de que el Bitcoin terminará valiendo cero no es un pronóstico sino una observación de la vida real. El Bitcoin es objetivamente un esquema de Ponzi y los esquemas de Ponzi siempre terminan valiendo cero. Como en el caso del famoso Bernard Madoff, que manejó el esquema de Ponzi más grande de la historia hasta la llegada del Bitcoin, cuando la liquidez de la economía empieza a apretar es cuando estos esquemas revientan. Esto es algo demostrable matemáticamente. Es algo que he escrito ya no sé cuántas veces en estas columnas. Pero usted decidió creerles a los que nunca pudieron demostrar por qué tenía que subir el valor de los Bitcoins, ni por qué se iban a convertir en la moneda mundial. Les creyó porque le dijeron que era una moneda maravillosa, que los que decían que era un esquema de Ponzi se habían quedado atrasados en la verdadera teoría económica, y que muchachos de cachucha con la mirada nebulosa desde temprano en la mañana, que habían vendido hot dogs en California, sabían más de economía que los premios Nobel “porque hoy ya todo cambió”.
Ahora usted puede ver cómo esas maravillas han ido quebrando de uno en uno, incluso los que eran supuestamente “serios”.
No escribo esto para machacarle la autoestima por haberse dejado vender ideas absurdas.
Lo hago para ver si realiza que hay otras estafas en las que usted puede estar cayendo cuando también está a la vista que lo son, y bien caras—esquemas como el de Ortega en Nicaragua, que elevó al cielo al sector privado hasta un día en el que los supuestos grandes negocios que se hacían en Nicaragua dieron sus frutos amargos y todo se vino al suelo. Como con los Bitcoins, usted no podrá decir que nadie se lo advirtió.
Máster en Economía
Northwestern University