Invadir Ucrania puede convertirse en un desastre para Putin, como sucedió cuando en 1980 la entonces Unión Soviética invadió Afganistán, pero fue derrotada por dos factores: los misiles tierra-aire que aniquilaron una parte sustancial de la aviación rusa y la “guerra de guerrillas” de los afganos contra las tropas rusas, una guerra librada por unidades pequeñas moviéndose en un terreno conocido por los locales pero no por el invasor, como seguramente será el caso cuando Putin invada Ucrania.
De la resistencia surgió el Talibán, la secta islámica extrema que en el presente se ha apoderado del país imponiendo el terror y persiguiendo a la mujer, a la que quieren reducir a la condición de esclavas, como ellos imaginan que fue en el Medioevo.
Ucrania es una nación predominantemente católica, a diferencia de Rusia que es ortodoxa, a lo que se suma que Ucrania es una nación democrática mientras la Rusia de Putin es una dictadura donde se persigue la disidencia, se censura y es impensable que, por el momento, Putin sea literalmente destronado, ya que la legislatura que controla le ha facultado reelegirse por los próximos veinte años, más o menos lo que piensa recetarse el régimen en nuestro suelo.
A favor de Putin, de su infernal objetivo de anexionarse una democracia pro-occidente, se han pronunciado los regímenes más despreciables sobre la faz de la Tierra, entre ellos Ortega (pues no puede decirse “Nicaragua”). También la llamada “extrema derecha” de Estados Unidos y en primera línea el expresidente Trump califican la agresión como “genial”, únicamente para llevar la contraria a Biden, que lo derrotó limpiamente en las elecciones pasadas.
La postura de Trump señala los extremos de ruindad a la que pueden llegar politicastros urbi et orbi, de que si una medida que puede causar una mortandad de millones en alguna nación del Asia o África pero con ello logran reelegirse, no les importa, no les desvela, pues otros ponen los muertos.
Los ucranianos tienen a su favor, como hemos dicho, ser una democracia y estar respaldados por Europa y el mundo democrático. Cuentan con misiles tierra-aire que pueden detener una agresión aérea y además las armas antitanques suministradas por Estados Unidos pueden destruir las unidades blindadas rusas y aniquilar a sus ocupantes.
La foto de Juan Orlando en cadenas debe ser una advertencia a dictadores
Lo que menos conviene a Putin son rusos muertos en batalla o en ataques sorpresivos, como fue el arma de la Resistencia Francesa contra las tropas nazis, que tuvieron que retirarse, pasando de cazadores a cazados.
Miles de cadáveres dentro de las bolsas enziperadas que no pueden quedar en Ucrania, donde se exhibirían ante el mundo y que obligadamente hay que llevar a Rusia, es lo peor que puede suceder a Putin, más considerando que en Ucrania decenas de miles de civiles, desde niños hasta profesionales, pueden morir, dejando una horrible mancha sobre el régimen de este demente, el envenenador.
Es proverbial decir que se sabe cómo inicia una conflagración o un despotismo, pero no cómo va a finalizar, y una lección a todos los dictadores es el caso del déspota hondureño, Juan Orlando Hernández, que terminó encadenado de pies y manos esperando la extradición a Estados Unidos por cargos relacionados con el narcotráfico.
Ortega y el dictador criollo deben tener en su mesa de noche una foto de Juan Orlando encadenado...
El cargo contra Putin será genocidio, un crimen que no prescribe, que es una mancha horrible sobre una sociedad que apoyó tal horror.