"Estoy para servir y no ser servido”, dijo el Rey Carlos III al ser coronado en una ceremonia que combinó fulgurantes tradiciones con un toque de modernismo, un evento que han seguido minuto a minuto centenares de millones de personas tanto en el Reino Unido como en el mundo entero.
Carlos III fue ungido y coronado en el trono donde muchos monarcas previos se sentaron, trono colocado sobre la “Piedra de Scone”, una piedra escocesa simbolizando la unión de Inglaterra y Escocia, lo que adquiere especial importancia en momentos en que un movimiento separatista escocés pretende una secesión, lo que viene sucediendo, mutatis mutandis, desde que César invadió Britania hace más de dos mil años y que obligó al emperador Adriano a construir un muro que contuviera a los belicosos nativos del norte.
Las monarquías actuales, sujetas a las leyes imperantes en cada nación pero ejerciendo una indiscutible autoridad moral, son siempre una referencia tanto para los pueblos que conservan esas tradiciones como asimismo para aquellos bajo ignominiosas cleptocracias que bien pueden adoptar como eslogan “estamos aquí para ser servidos, no para molestarnos en servir a otros y menos a nuestros saqueados y engañados siervos…”.
La ceremonia de coronación recoge tradiciones que datan desde el Medioevo hasta significativos aportes contemporáneos. Parte de la vestimenta de Camila, tejida en seda por hilanderos ingleses —uno de los cuales tiene sangre caribeña—, destaca a través de bordados, la especial devoción de la real pareja por la campiña, sus bosques y prados, ríos y manantiales.
Desde su matrimonio hace mas de 12 años, los nuevos príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, se han esforzado para mezclarse con la gente, tomando el subterráneo, yendo en buses, visitando bares, volando en clase turista y presentándose de improviso en diversos lugares del reino, para sorpresa de parroquianos y paseantes.
Los hijos de ambos estudian en escuelas públicas, de igual forma como Sofía, Princesa de Asturias, debe estudiar en las academias militares españolas, como en su momento lo hizo el Rey Felipe VI, graduado en la Escuela Naval, en la del Ejército de Tierra y la Aviación.
Harry, la oveja negra de la familia real, tomó parte como piloto de helicóptero en la guerra en Afganistán, donde, según sus palabras, adelantó el viaje de 25 talibanes al reino de Alá, en el cual los despistados creen que serán recibidos por siete doncellas en campos cruzados por arroyos de leche y miel…
La Reina Camila tiene ya definido su desempeño como figura pública: hacerse presente en centros de enseñanza, tomar parte en la asistencia a mujeres víctimas de violencia, informarse y colaborar con los sistemas relacionados con la salud y ayuda para personas minusválidas o desamparadas del reino.
Un fulgurante acto que contrasta con la violencia enloquecida de otros
En las festividades previas a la coronación participaron cantantes y grupos no británicos, por lo de “si voy con Inesita se enoja Mariíta”.
La fulgurante coronación contrasta con las agresiones y amenazas de enloquecidas dictaduras a sus vecinos, del horror y devastación causados por el criminal de guerra y psicópata Putin o las pretensiones del dictador chino Xi Jinping de invadir un país democrático, Taiwán…