Cercada por la policía, la embajadora de la Unión Europea fue echada de Nicaragua, al mismo tiempo que el régimen anunciaba las medidas siguientes:
—rompió relaciones con el Reino de los Países Bajos por haber cancelado la construcción de un hospital en vista de la escalada autoritaria;
—mandó a decir a Washington que no dejaría entrar a Nicaragua al embajador nominado “por sus irreverentes declaraciones contra nuestra democracia (según palabras de la vicepresidenta Murillo);
—reclamó a las entidades que monitorean abusos a Derechos Humanos que no tienen por qué acusar “a su democracia” por rumores, infundios, mentiras…
Igual postura han asumido Bukele en nuestro país y Giammattei en Guatemala: rechazan con improperios lo que consideran una intervención en sus países, lugares de paz, seguridad, armonía…
Bukele inclusive declaró que dichas injerencias no tienen lugar frente al renacer de nuestra República, que durante doscientos años ha sufrido “injerencias absolutamente violatorias”.
Igual postura asumen Putin, Nicolás Maduro, los talibanes, los iraníes colocados en el poder por Jimmy Carter —el malvado creador de ese infierno—, los birmanos que van de atrocidad en atrocidad, los sucesores de Evo Morales en Bolivia… A todos ellos “la fuerte diplomacia” anunciada por el presidente Biden “les resbala”, no le hacen ningún caso, son regañitos intrascendentes…
La “fuerte diplomacia”, que a Dios gracias no se aplica a Ucrania, donde el criminal de guerra y envenenador Putin se ha dado literalmente con la piedra en los dientes, además de la cancelación de visas y congelación de cuentas y similares, toca tratados que perjudican a los pobladores —como sería cancelar loas acuerdos comerciales— que no van a reaccionar votando contra tales dictaduras por el simple hecho de que o no pueden hacerlo, no hay oportunidad de ejercer el voto en elecciones amañadas, o simplemente, como en el caso de Nicaragua, ni siquiera hay candidatos que disputen el trono al dictador ni formas de hacer proselitismo.
Tanto en Rusia, como en Venezuela, Turquía, China Continental o Irán “elecciones” como tal no existen, no pueden tener lugar así como están las cosas. La alternativa, como se dio para derrocar a Somoza, es armar a grupos contrarios a la dictadura para que la derrumben, lo que hicieron en su caso como asimismo para derrocar al usurpador en Granada y a Noriega de Panamá, pero por ahora allí terminó todo.
Cada vez más “el gran hermano” es una pesadilla mundial
En esto, como lo señaló Giorgia Meloni, asombran los pataleos que montan regímenes teocráticos como el de los talibanes en Afganistán y los enloquecidos ayatolas iraníes por la exposición del cabello femenino, al extremo que el iraní rehusó una entrevista de Christiane Amanpour, que llamaba de Nueva York, ¡por no cubrirse el cabello! Pero su doctrina admite que se relegue a la mujer a la servidumbre y que un hombre pueda tener varias esposas…
Las dictaduras imponen tal clase de controles, tal red de soplones (en Cuba se pide a los niños, previamente reclutados como “pioneros de la revolución” a vigilar a sus padres, que tampoco saben si sus vecinos están en lo mismo.
La escalofriante advertencia de George Orwell, “el gran hermano te vigila”, es la realidad cotidiana en innumerables países, una implacable vigilancia que mata cuerpo, alma y espíritu, aniquila a los hombres convirtiéndolos en zombies.
Para allá vamos o allá estamos en cuatro naciones de Centroamérica…