La corrupción siempre deja claras señales, como se descubren en la ampliación del aeropuerto internacional Tocumen de Panamá, una obra realizada bajo el ala del corruptor brasileño Odebrecht, que innecesariamente hizo una larga lista de ampliaciones (más metros construidos, más dinero recaudado), lo que obliga a los pasajeros a caminar varios cientos de metros para recoger su equipaje, ingresar a Panamá y luego salir de Panamá, ya que no hay salones donde viajeros que van de paso puedan esperar sus vuelos siguientes.
Esto equivale a que un viajero que viene del sur aterriza en Comalapa para seguir a México y tenga que ingresar como turista a El Salvador, pasar migración y aduanas para de nuevo repetir el proceso y luego salir del país rumbo a México.
Pero las cosas van más allá. Las autoridades de Tocumen han demandado a la constructora brasileña Odebrecht por más de 20 millones de dólares por no entregar a tiempo la ampliación de la terminal, una obra que ahora asciende a 900 millones de dólares.
Según las autoridades panameñas, la terminal 2 se comenzó a construir en 2013 y debía estar lista a finales de 2017, pero su entrega se ha ido postergando con la firma de adendas pactadas por el contratista y el Estado.
De acuerdo con la información, Odebrecht se adjudicó la obra en una licitación en 2012 en la que ofreció el precio más bajo, 679 millones de dólares, pero la obra ya superó los 900 millones de dólares por los gastos en que ha incurrido el aeropuerto y los ingresos que ha dejado de percibir por no poner en operación la terminal, algo así como lo que sucedió con la construcción de la represa El Chaparral en El Salvador.
Como se ha informado, Odebrecht protagonizó el escándalo de corrupción más grande del continente y admitió ante las autoridades de EE.UU. haber pagado millones en sobornos en una docena de países, casi todos en Latinoamérica, y se le impuso una multa de 2,600 millones de dólares. El caso involucró al expresidente Lula y gobiernos latinoamericanos identificados con el chavismo.
La buena gente de nuestro país sufre por los desplantes del bukelismo
La corrupción, los atropellos a las leyes, burlarse de las entidades que se ocupan de tutelar los derechos humanos y el cumplimiento de lo que constituye el Orden de Derecho siempre acarrean consecuencias, las que, en el caso de nuestro El Salvador, son por ahora las siguientes:
Más y más países que antes no exigían visa a los salvadoreños para visitarlos, ahora la exigen, con el agregado de que los costarricenses apenas conceden una estadía de treinta días a todo salvadoreño que ingrese en su territorio, cuando la norma universal es de noventa días.
Era de esperarse que después de los desplantes del régimen a los Estados Unidos y no tomar postura frente a la agresión rusa en Ucrania, una agresión que está generando un grave problema económico al mundo entero, íbamos a sufrir, los salvadoreños, dolorosas consecuencias, aunque no se tenga ninguna relación con el régimen.
Es más que evidente que los encargados de sostener relaciones con otros países, que en lo posible deben siempre ser cordiales, positivas, confrontan siempre el problema de los desplantes y hasta insultos que el señor dictador con frecuencia les hace vía los diplomáticos acreditados en nuestro país, como cuando los tuvo de pie durante una hora para oír una perorata, o las bravuconadas o desplantes hacia gobierno, congresistas y diplomáticos de Estados Unidos.
Nada de eso contribuye a que los salvadoreños, cualesquiera que sean sus vínculos o falta de ellos con el regímenes, van a ser recibidos con los brazos abiertos, como fue durante muchos años.
Las encuestas señalan que a la mayoría de salvadoreños le preocupa el distanciamiento del gobierno de Bukele con los Estados Unidos, país donde viven muchos salvadoreños o descendientes de salvadoreños, al punto que se dice que la segunda ciudad con más salvadoreños no sea ni Santa Ana ni San Miguel, sino Los Ángeles en California!!!