Una reunión “del más alto nivel” se anunció en el marco de la apertura de los Juegos Olímpicos de Invierno en China. El encuentro se dice que reunirá a los déspotas más encopetados de la Tierra, coincidiendo con el claro acercamiento entre Xi Jinping y Putin, más ahora que este último amenaza invadir a Ucrania.
La postura del envenenador no puede ser más clara: o baja la presencia de OTAN en Europa o, con mis reconocidas credenciales letales, destruyo una nación democrática como es Ucrania y mato a centenares de miles de sus ciudadanos. Todo está claro: la OTAN es el gran obstáculo a sus crecientes chantajes a las democracias europeas y a la democracia en general, a lo que sustenta la libertad como el más preciado don de Dios al hombre...
¿Quiénes serán los invitados a tan macabro evento? Desde el criminal cubano Díaz Canel, Maduro, el general el-Sisi de Egipto, los dictadores africanos de Gabón, el Talibán a la cabeza del colapsado Afganistán, inclusive nuestro aspirante a sultán vitalicio pueden estar entre los sentados al banquete, aunque el protocolo obligue a algunos a tomar un baño, desodorizarse y ponerse ropa limpia.
El encuentro coincide con la creciente guerra cibernética de rusos y chinos contra Occidente, emulando el espionaje que se ejerce en nuestro suelo contra periodistas e investigadores que van tras el estiércol dentro de la cosa pública y a los que se amenaza encarcelar sin seguirles juicio, como es el caso de los cinco apresados a quienes se niega el acceso de sus familiares, sus médicos y sus abogados.
En estos mismos días las autoridades de Estados Unidos revelaron el ataque cibernético chino a la News Corporation para extraer información de toda clase, incluyendo tecnológica, administrativa y gubernamental.
La News Corporation incluye los grandes diarios de Estados Unidos como el New York Times y el Wall Street Journal, banca líder, información sobre consumo y materias primas...
Es de sobra conocido cómo los rusos permanentemente interfieren en la política estadounidense y es de suponer que también lo hacen con otros países, democráticos o no democráticos, empleando los recursos a mano.
El espionaje es el equivalente al robo a gran escala
El espionaje no nació en la Edad Contemporánea, pues informantes ha habido a lo largo de la historia, muchísimos siglos antes de que la inteligencia francesa apresara y luego fusilara a Mata Hari, una tragedia que ha sido tema de películas e historias diversas. La Biblia relata que Josué envió espías a Jericó, que contaron con la ayuda de una prostituta para que su ejército pudiera conquistar la tierra de Canaán 1250 años antes de Cristo.
Los mongoles tenían organizadas, para su tiempo, gente que infiltraban, como también se dieron entre griegos y romanos, el Papado a través de sus obispos y curas, los dogos de Venecia...
Pero, ¡ay del espía que era descubierto!, como Ethel Greenglass Rosenberg y Julius Rosenberg. los estadounidenses ejecutados en la silla eléctrica, y los espías durante la “anterior” Guerra Fría, que se intercambiaban.
Existen, desde luego, buenos espías como James Bond, que persiguen a los malos o son liquidados por dicho héroe, que cuenta con “licencia para matar”...
¿Caen en la categoría de espías las chismosas que se esconden tras cortinajes para ver lo que sucede en la calle, quiénes entran y salen de casas, lo que se habla en el “salón”? No nos toca a nosotros dilucidarlo. Pero el espionaje denunciado de la News Corporation va tras tecnología, operaciones bursátiles, inversión, una práctica que daña a todos y equivale al robo a gran escala, perjudicando el desarrollo en las democracias.