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La disyuntiva de JOH: ¿estará más seguro en Honduras o en EE.UU.?

Aunque sus abogados luchen contra la extradición, quizá sea lo más seguro en estos casos: ir a dar a una cárcel más segura en Estados Unidos que en una ergástula centroamericana podrida donde quedaría a merced de delincuentes de toda laya.

Por El Diario de Hoy |

Un “ejército” de abogados está en febriles meneos para impedir la extradición del expresidente Juan Orlando Hernández a Estados Unidos, esto mientras él se encuentra recluido en una prisión de Tegucigalpa.

La cárcel, empero, no es el lugar más seguro para el expresidente, por lo menos en su país, primero por su condición de exgobernante y es de suponer también por lo que pueda hablar sobre las vinculaciones con el narcotráfico en el juicio que se le siguió a su hermano en Nueva York y por el que fue condenado a cadena perpetua.

Aunque sus abogados luchen contra la extradición, quizá sea lo más seguro en estos casos: ir a dar a una cárcel más segura en Estados Unidos que en una ergástula centroamericana podrida donde quedaría a merced de delincuentes de toda laya.

Sólo hay que recordar cómo un grupo de policías que asesinaron bárbaramente a tres diputados salvadoreños fueron concentrados y aniquilados por otros reos en una prisión de Guatemala, probablemente para evitar que delataran a la red entera.

Lo mismo le pasó a Lee Harvey Oswald, el presunto asesino de John Kennedy pero que por toda la información que ha salido a luz no fue el homicida, pero al matarlo todas esas conjeturas quedaron bajo tierra, al menos hasta que hayan transcurrido cien años y los archivos del Congreso salgan a la luz pública, como se supo que el hundimiento del buque en el Puerto de La Habana que sirvió de justificación para desmantelar el Imperio colonial Español, el Maine, fue obra de los estadounidense, NO de los españoles.

Durante su paso por la presidencia, el ahora reo Juan Orlando Hernández violó gravemente el orden constitucional de Honduras. La lista de sus desmanes es:

—modificó la Constitución para poder reelegirse, con el objetivo de perpetuarse en el poder. Modificar la ley fundamental es el equivalente de ignorarla, aunque no puede descartarse, como ha sucedido en El Salvador, que también estaba fraguando emitir su propio ordenamiento constitucional, como el sucio trabajo del Vice en nuestro suelo;

–impuso un fiscal para perseguir y encarcelar a opositores políticos y a quienes denunciaran sus abusos, además de nombrar jueces y jefes policiales que ayudaran a tapar sus fechorías.

Cuando los jueces no fallan de acuerdo con la ley escrita sino que, por el contrario, ajustan sus decisiones a lo que conviene al “hombre fuerte”, al dictador, la seguridad jurídica, el sistema de pesos y contrapesos, los controles al abuso del poder se derrumban..

La maldición del narcotráfico destruye vidas y civilización

El caso de Hernández, sus denunciadas vinculaciones con el narcotráfico, sus hipócritas posturas, han movido a muchos legisladores en Washington a examinar las formas de lavado que facilitan el tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos y el mundo, pues la interdependencia global obliga a tomar medidas que desde muchos puntos de vista son ineludibles.

Sucede igual que con la pandemia, el coronavirus: todos los países deben coordinar su lucha contra la peste que llegó del Oriente, pues al igual que con la bubónica en el Medioevo, nadie está libre de contagiarse.

El narcotráfico es una maldición igual...

—es igual porque destruye vidas humanas, envenena a nuestros jóvenes, destruye patrimonios, socava la convivencia;
—es igual porque pervierte las relaciones entre naciones democráticas, debilitándolas frente al acoso de las dictaduras y los regímenes de fuerza del mundo;
—las huellas del narcotráfico se revelan en el lavado, son las pisadas que deja la fiera en su andar, por lo que ir tras esas pistas es esencial para proteger naciones y sociedades.

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Honduras Juan Orlando Hernández Alvarado Narcotráfico Opinión

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