La construcción en tiempo récord de un hospital para mascotas, pets, mientras atrasa por quizá otros dos años la del nuevo Hospital Rosales, dice mucho de cuánto privilegia el régimen la salud de los salvadoreños.
No estamos en contra de que haya un hospital para mascotas, pero por principio se debe privilegiar la vida humana, uno de los mandatos de nuestra Constitución y la naturaleza misma.
Ciertamente han promovido y ejecutado una masiva vacunación, pero se ha descuidado que los pacientes de enfermedades varias continúen sus tratamientos médicos, según estudios de fundaciones privadas.
La despreocupación del régimen por lo anterior se evidencia en que la construcción del Rosales se le ha encargado a la Dirección de Proyectos Municipales, que no cuenta ni de lejos con los conocimientos ni la experiencia para llevar a cabo tan especializada labor.
Lo que puede esperarse, además de entregar el proyecto a dedo para beneficiar allegados al régimen, se expone con el caso del “Hospital El Salvador”, cuyo costo real no se conoce pero que sobrepasa por decenas de millones lo edificado (dineros que se esfuman, “se los traga la tierra”), pese a lo cual se han denunciado fallas de bulto, como no contar con su propio laboratorio, facilidades para desechar material hospitalario (que se envuelve y se envía el Rosales, con todos los riesgos que tal cosa acarrea ) y muchos etcéteras, ya que ningún observador independiente ha podido entrar en las instalaciones.
Volvamos al Hospital de Mascotas: se ha construido en una zona residencial de altos ingresos camino a Santa Tecla y lejos el centro de San Salvador, donde más requerirán esos servicios. Además, lo normal es que esas facilidades estén en manos de emprendedores privados, que responden personalmente por los animalitos que les entregan. Conociendo la ineficiencia, las picardías y los débiles principios de varias entidades estatales, no habrá muchos que entreguen sus perros, gatos y animales de calidad a un ente tal, más sabiendo que si algo le pasa a la mascota, recuperar su valor sería un asunto más que incierto además de requerir toda clase de papeleos, sellos, ir de un lugar a otro, más papeleos, sellos...
Esos calvarios de andar de la Ceca a la Meca en oficinas públicas es de sobra conocido en nuestro país.
La construcción de hospitales no se le puede asignar a cualquiera
Un hospital y como lo demuestra lo que se viene edificando desde hace largo rato y quedo al desnudo con el Hospital Nacional de la Mujer, que ha sufrido toda clase de problemas además de haberse cuestionado el trabajo de las fundaciones que lo sustentan, es un conjunto complejo y requiere que las partes encajen entre sí, que se optimice el uso de las distintas especialidades, que “ni falte ni sobre”, así como facilitar su uso como una escuela de futuros médicos.
Cuando una empresa que efectúa operaciones complejas decide construir nuevas facilidades, con frecuencia consulta con expertos, además de decantarse por estructuras de acero para no exponer ni su personal ni su maquinaria de darse un fuerte sismo, como es el caso de las instalaciones de EL DIARIO DE HOY: se está más seguro dentro del edificio que fuera de él, pues detalles como juntas de dilatación se han efectuado.
Lo “usual” en este saqueado país nuestro es que las construcciones de edificios públicos duren de terremoto a terremoto... Lo sensato sería que el régimen “se trague su galáctico orgullo y suficiencia” y pida a alguno de los dos o tres países amigos que le quedan, o a las Naciones Unidas, que envíen expertos en hospitales a asistir en el diseño del nuevo Rosales... y eso lo antes posible.