Al pie de los arcoíris hay una botija llena de oro... el afortunado que la encuentre y, como dicen los estadounidenses, “puede jubilarse temprano”...
Cuando los españoles llegaron al Perú apresaron al gran inca Atahualpa y pidieron rescate por él. Un rescate en oro, equivalente a 15 millones de dólares... Aún así le dieron muerte. Se dice que el gran tesoro de los incas era mucho mayor y permanece enterrado en algún punto de los Andes, esperando que un nuevo señor de los incas se posesione de él...
¿Dónde está el tesoro enterrado que buscaron el niño Jim Hawkins y Long John Silver en la historia de Robert Louis Stevenson? ¿En qué islas enterró el pirata Morgan el producto de una vida de saqueos y horrores, pero al que los panameños engañaron al pintar de negro el altar de su catedral para cubrir el oro de que está hecha?
Cada cierto tiempo se encuentra, en el fondo del mar Caribe, un galeón español con oro, piedras preciosas, lo que en su casi totalidad es reclamado por España para que los burócratas despilfarren lo que no se cataloga como bien histórico...
El flamante y muy barbado presidente de Chile, Gabriel Boric, anda detrás de ese mítico tesoro para repartirlo, “repartir la riqueza”, una promesa que con toda solemnidad hizo al tomar posesión. El presidente debe de imaginar que los productores, inventores, innovadores chilenos, todo aquel que ahorra para invertir, como El Avaro de Molière, mete esas monedas en un cofre y las guarda para entretenerse contándolas y recontándolas hasta que... Lean el desenlace, apreciados lectores, y sigan deleitándose con las obras de ese gran escritor, gloria de las letras francesas...
En una sociedad libre que se rige por las leyes del mercado nadie labra una fortuna si no es rindiendo servicios esenciales o apetecibles o de interés. Quien vende ropa, muebles, presta servicios, compone música, lo que se ofrece en tiendas, comercios, teatros, llena una necesidad, sea vital, sea agradable. Y como premio a su iniciativa, a su buen gusto, a su gracia o inclusive a suministrar adornos cursis a personas cursis, hace dinero y con toda justicia tiene derecho a disfrutar de su esfuerzo.
El creador de riqueza busca dónde no será expoliado
Adam Smith, cuyas ideas forjaron el mundo contemporáneo, sacando a las masas de una miseria inveterada, dijo que no es sólo por la buena voluntad del panadero o del carnicero, sino por su propio interés, que tenemos pan y carne en nuestra mesa, en igual forma como es gracias a la inventiva de genios y creadores que contamos con computadoras, nuevos medicamentos, vacunas para combatir las pestes que en la antigüedad llegaron a matar la tercera parte de la población mundial o que con Jenner vencieron la viruela y con Pasteur podemos tomar leche no contaminada por microorganismos y tratar la rabia.
Si se mide lo que aportan al bienestar general, el bien común, los diversos miembros de una sociedad, se encuentra que esas contribuciones toman la forma de una campana: los que más contribuyen forman el pico; los menos la base. Es la llamada curva de Laffer.
En su novela “La Rebelión de Atlas”, que bien haría el presidente Boric en leer, Ayn Rand describe cómo, al ser víctima de saqueo, difamación... su creador John Galt se rebela, rehusando continuar creando riqueza de la que será expoliado.
Si los emprendedores chilenos son perseguidos, ninguneados, buscarán dónde mover su trabajo, su capital, su esfuerzo, huyendo de la voracidad fiscal que suele acompañar la llamada “justa distribución de la riqueza”, que falsos mesías y demagogos arguyen para disfrazar su despilfarro y corrupción....