La “Constructora El Salvador”, según se dice, asumirá en la práctica las tareas del FISLD, un hecho que preocupa tanto a la industria de construcción como al sector productivo, ya que al asumir el régimen la ejecución de obras diversas se cae en los patrones de siempre: el secretismo de que privados se beneficiarán de la inyección de dineros públicos a la nueva empresa privada, que presuntamente es en su mayoría accionista la DOM pero no en su totalidad. Entonces, ¿quiénes son los demás socios privados?
A esto se agrega el consiguiente secretismo sobre los costos de los proyectos, secretismo sobre quienes asumirán la ejecución de las obras, dudas más que fundamentadas respecto a la seguridad de lo que será construido, pues como en el caso del puente Chichilco, casi en el momento en que se inauguró se denunció que tuvo fallas visibles.
Las obras asignadas a dedo, como es ya la experiencia de varios años y especialmente a partir del inicio de la actual presidencia, se ejecutan a sobreprecio y no necesariamente con los mejores materiales. Dudosas inspecciones de lo realizado, incertidumbre sobre su durabilidad, inseguridad para los que trabajan en el campo…
La norma de siempre en nuestro aporreado país es que las edificaciones públicas tienen una duración de terremoto a terremoto, poniendo en peligro al personal que luego va a ocupar oficinas o espacios dentro de lo que se haya hecho. Y un ejemplo al respecto es el “nuevo” Hospital de Maternidad, que desde el primer día se señaló que tenía fallas en su ejecución, entre ellas fugas de agua, grietas, etcétera.
Resulta que los constructores del mamotreto olvidaron hacer estudios de suelos, literalmente y, como en el ejemplo bíblico, construyendo sobre arena. Lo que salva el día es que la mayor parte de nuestro suelo es talpetate.
Hay empresas que previsoriamente edifican en acero, pero también ello requiere sus cuidados pues hay que revisar soldaduras para garantizar que a la hora de un temblor y más cuando son terremotos, nada falle.
Nunca debemos olvidar lo que se dice de nuestra capital: nos encontramos en el “Valle de las Hamacas”, ya que fallas volcánicas recorren el Istmo, aunque a Dios gracias no toca la “Falla de San Andrés”, que en cualquier momento puede causar un desastre tanto en California como en México. Pero la cadena volcánica llega desde Alaska hasta la Tierra del Fuego al sur de Chile.
Ya hubo erupciones en el Volcán de San Salvador, pero se tuvo la fortuna de que la lava no corrió hacia la capital sino que al otro lado, en la malpaisera donde se han abierto caminos.
¿Cuántas casitas privadas saldrán de la recién estrenada constructora?
Ya ANDA perforó un pozo y colocó tuberías en la propiedad de playa de una persona vinculada a la madre de un funcionario del régimen, escándalo que corrigieron haciendo una supuesta donación de inmediato a la autónoma para una presunta planta de tratamiento de agua salada, que esta es hora de que no se sabe de avances materiales en la obra. Con estos precedentes, que la “Constructora El Salvador” haga unas cuantas viviendas a los favoritos es una gran posibilidad.
Hubo en el pasado un tramo de calle de unos cien metros que tardó añales en finalizar, pues con fondos públicos -más bien fondos que pagan los contribuyentes pero que manejan entidades de gente “cercana” al poder- se hacen residencias “privadas”. Y gallina que come huevo, aunque le quemen el pico…
“La Constructora El Salvador” como el “Hospital El Salvador”, como el “Diario El Salvador” siguen la voluntad del régimen. Todo muy rimbombante pero nada, o casi nada, transparente.
Además del nombre, todos tienen el mismo origen sospechoso y en dos de los casos la creencia de que nunca la Corte de Cuentas podrá auditarlos.