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Ideas finales sobre el voto electrónico por internet

Estos puntos son atinentes a cualquier país que aplique o se preste a aplicar la modalidad de votación electrónica a través de Internet, por lo que no deben verse como un deseo de fracaso, sino como elementos dignos de atención y la oportunidad para lograr un mejor funcionamiento del sistema.

Por Malcolm Cartagena | Jul 11, 2022 - 15:20

Al momento de escribir estas líneas, está a punto de aprobarse la modalidad del voto electrónico por Internet para los salvadoreños en el exterior. Es por ello que quiero presentar las principales amenazas teóricas y prácticas que se le conocen a esta forma de votación, pues luego de la aprobación y entrada en vigencia de la ley, no habrá más que aceptarla y aplicarla. Estas son, pues, las últimas ideas que aportaré sobre el tema.

  1. No es posible garantizar el secreto del voto en una elección por Internet.
    Existen decenas de estudios y reportes de informáticos que muestran que no es posible separar al elector de su voto y que incluso las soluciones más complejas implementadas han podido ser vulneradas por hackers en pruebas controladas y en la vida real. Es decir, no es posible mantener en secreto la identidad del elector y a la vez verificar que el voto ha sido emitido por quien debió emitirlo. Esta es una paradoja casi exclusiva del ámbito electoral, pues en un mundo donde muchos servicios están informatizados (banca, compras, contratos), la capacidad de trazar hasta su origen una transacción, es la mayor fortaleza de dichos sistemas para descubrir fraudes, misma que se convierte en debilidad cuando se trata de mantener el secreto del voto en una elección.
    Es por ello que, en algunos lugares, como Alaska, en un acto de honestidad, colocan una aclaración antes de entrar al aplicativo informático en el que se le advierte al elector que al usar dicha modalidad se está renunciando a la secretividad de su voto.
  2. Una elección por Internet es proclive a ataques internos y externos.
    Se conoce que en décadas pasadas era posible robarse una urna con votos o introducir papeletas marcadas en alguna de ellas para alterar así la voluntad popular. Los fraudes de los años 70 dan cuenta de ello. Pero esto no se ha visto nunca desde los Acuerdos de Paz, sobre todo por la constante presencia tanto de vigilantes de los partidos políticos como de observadores electorales. No obstante, si algo así ocurriera hoy día, la afectación sería en todo caso focalizada, nunca generalizada, no poniendo en peligro la elección completa.
    Por otra parte, es un adagio común entre informáticos decir que la única computadora que no es posible hackear es la que no está conectada a la red. No hay un sistema 100% infalible. No lo ha habido en países desarrollados y ciertamente tampoco lo hay en el nuestro.
    Es por ello que, ya sea que se trate de personas malintencionadas con acceso al código, o bien de personas externas como hackers contratados o que por iniciativa propia quieran vulnerar el sistema, lo cierto es que, a diferencia de la votación postal o presencial, donde en todo caso la afectación sería solo de uno o algunos votos, el peligro de que un hackeo comprometa toda la voluntad popular en una elección informatizada, es más que evidente. Dicho de otra forma: para afectar de forma general una votación en papel se requeriría el concurso de muchas personas, pero para afectar de forma general una votación informatizada basta una sola persona.
  3. No existen mecanismos de comprobación de la concreción de la voluntad del elector.
    Cuando se vota en papel, o en forma electrónica presencial con emisión de comprobante del voto, se puede verificar si el resultado escrutado y presentado por la mesa de votación se corresponde con la voluntad popular. En cambio, en una elección por Internet, se pierde esta posibilidad, pues no existe contra qué cotejar. Esto lo comprobaron tristemente varios votantes del partido oficialista en 2020 cuando en su elección interna por Internet denunciaron vulneraciones tales como repetición de votos y votos mal asignados, pero descubrieron amargamente que no era posible cotejar contra nada el resultado para verificar la veracidad sus demandas.
    Algunos argumentan que existen formas para que el sistema por Internet permita al elector imprimir algún tipo de comprobante, pero lo cierto es que sería bastante difícil recolectar dichos recibos para realizar una auditoría, tal como sí ocurre en una votación electrónica presencial. Y mucho menos es posible compararla con una elección en papel, donde si no se acepta el resultado consignado en el acta, es posible abrir los paquetes electorales y realizar de nuevo el escrutinio, como ya ocurrió en procesos electorales anteriores en nuestro país.
  4. El escrutinio se vuelve complejo e irreplicable por la población en general, perdiendo así su carácter público incluso ante los propios actores electorales.
    En un sistema de votación por Internet, los miembros de la mesa electoral solo reciben un reporte emitido por la máquina, que es la que realmente escruta los votos. En El Salvador, Incluso con la introducción del voto fraccionado en 2015, el proceso de escrutinio es bastante sencillo: sumar el total de votos por partido; sumar el total de marcas obtenidas por cada candidatura en cada partido; y registrar cada papeleta con voto fraccionado, sumando y consignando el total de marcas que aparecen en la papeleta, así como el de marcas que aparecen en cada columna partidaria. En ningún momento la mesa electoral tiene que realizar operaciones complejas con fracciones o decimales. Así mismo, este proceso es entendible por cualquier persona alfabetizada que sepa sumar y puede ser replicado por quien tenga acceso al acta que se coloca en la web, comprobando así si se respetó o no la voluntad popular.
    Por el contrario, cuando se está ante una elección informatizada, es el sistema el que realiza las operaciones matemáticas necesarias, incluidos los cálculos de fracciones o decimales, y lo hace de forma automática y a espaldas, tanto de la mesa de votación como de la población en general. Lo que ocurre al interior del sistema solo es conocido por un pequeño grupo de personas con acceso al código y, como ya se señaló en el punto anterior, no existe forma de cotejar dicho cálculo informatizado, pues no existe ningún escrutinio realizado por humanos y mucho menos papeletas físicas marcadas por el votante. En teoría habría quizá una forma de tomar una instantánea a la papeleta digital marcada por el votante y luego humanos podrían cotejar el cálculo hecho por la máquina versus dicho banco de imágenes, pero nuevamente se estaría ante una cantidad de complicaciones logísticas y técnicas que lo vuelven irrealizable.
    Concluyendo, estos puntos son atinentes a cualquier país que aplique o se preste a aplicar la modalidad de votación electrónica a través de Internet, por lo que no deben verse como un deseo de fracaso, sino como elementos dignos de atención y la oportunidad para lograr un mejor funcionamiento del sistema. Es por ello que el éxito del voto por Internet no debiera medirse solo en razón del aumento de votantes, que parece ser la motivación principal detrás de la adopción de esta modalidad por parte del Legislativo, sino en la capacidad para evitar que se materialicen las amenazas señaladas.
    Que todo nos salga bien como país en 2024.
    Lic. en Comunicaciones y experto electoral

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