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La genialidad no es nata, se forja

Aquel jovencito cuyos padres hicieron todos los esfuerzos por darle una vida no ordinaria recibe cuatro premios de la “Meet the Composer Inc”, es jurado del Premio en Composición de Casa de las Américas y Presidente Honorario del Festival de Cuerdas en Dachstein, Austria; para luego representar a El Salvador en el Foro Interamericano de Directores de Orquesta en Caracas, Venezuela.

Por Mirella Schoenenberg de Wollants
Nutrióloga y abogada

Un niño de diez años camina de la mano de su padre. Están en el centro de San Salvador. Se dirigen ese domingo al Teatro Nacional a escuchar un concierto dirigido por el Maestro Ion Cubicec. Es el año de 1964. Regresan luego a casa donde toman un refrigerio, escuchando la música de Bach y Verdi. Después, el niño juega a la pelota en el jardín del hogar. Al cansarse, va a la sala de la casa, donde se encuentra su padre, leyendo un libro, bajo el influjo de la música clásica que sigue sonando, en un ambiente de tranquilidad y afecto. Como humano imitador que es, ese infante toma de una mesa, la novela de Salgari que su progenitor le ha comprado hace unos días, para entretenerse leyendo las aventuras de “El Corsario Negro”. 

A medida que sus ojos miran las letras, en su cerebro se incrementa el flujo sanguíneo, se dan nuevas conexiones neuronales merced a lo cual se crean las figuras e ideas que el texto describe (imaginación), sobre mundos más allá de sus vivencias habituales, desarrollando habilidades poderosas como la memoria, la capacidad de concentración y actitudes como la paciencia. Esto ayudado por la activación de los neurotransmisores serotonina, dopamina y oxitocina. Dado que a edad temprana el padre lo ha conducido en lectura de textos, la activación de los neurotransmisores ha sido más potente.

Treinta y tres años después, ese niño, ha creado la obramusical para octeto de vientos, “Fantasía Sobre una Cadencia de Gesualdo” ganando el premio, en categoría de música del siglo XX, en la Tribuna de Música Latinoamericana realizada en Rosario, Argentina; y hagozado de diversas becas para desarrollar aún más su talento musical como las otorgadas por la Fundación Guggenheim, la Fundación Fullbright y la Fundación Rockefeller.

Dos años después, en enero de 1999, el niño es nombrado Consejero Honorario del Comité de Investigación del Instituto Americano de Biografía de Estados Unidos.

Aquel jovencito cuyos padres hicieron todos los esfuerzos por darle una vida no ordinaria recibe cuatro premios de la “Meet the Composer Inc”, es jurado del Premio en Composición de Casa de las Américas y Presidente Honorario del Festival de Cuerdas en Dachstein, Austria; para luego representar a El Salvador en el Foro Interamericano de Directores de Orquesta en Caracas, Venezuela.

El hijo de un agricultor y comerciante, autodidacto de la música y las letras, y de una ama de casa, salvadoreños, recibe la Orden de Caballero de las Artes y las Letras del gobierno de Francia, en diciembre de 1992; en 1999, la Orden de Rio Branco del Gobierno de Brasil; y en el 2008, la Orden al Mérito de la República Federal de Alemania. Sumado a estas condecoraciones, en 1999 recibe el Premio en la Rama de Música de la Unión de Artistas y Escritores Salvadoreños y fue declarado Compositor Meritísimo por la Asamblea Legislativa de El Salvador.

De ese joven, que a los 13 años, sentado en una butaca del Cine Libertad, admira al chelista Pablo Casals, quien ha venido a participar en el primer festival de música internacional del país; sus obras musicales son ejecutadas en los festivales de música de muchísimos países del mundo y está incluido en los diccionarios “Who’s Who: in Music, in the World, in the 21st Century” entre muchos otros.

Varias décadas después, el pasado 22 de febrero, en un hermoso salón adornado con obras maestras pictóricas y esculturas antiguas, propiedad de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala; aquel niño, el doctor en composición musical, Germán Cáceres Buitrago, es galardonado por dicha institución fundada en 1923, donde es incorporado como miembro numerario; rodeado de familiares y amigos, emocionados por acompañarlo en tan magno y cultural evento, donde el conocimiento, el refinamiento y la educación se sienten, que es presidida por Ana María Urruela y su vicepresidente, Dieter Hassó Lehnhoff.

Traer humanos al mundo no es cuestión de juego ni de costumbre ni de banalidad. Es la responsabilidad más grande que se puede tener, donde la educación es una de las facetas del cuidado que se debe procurar, y como ya muchos dijeron, empieza en el hogar, con el proyecto de vida que planifiquen los padres para ese individuo, que en mucho, se logra con el ejemplo y el ambiente que se le construya en su derredor. En un individuo, la genialidad no es nata, se forja. ¡Hasta la próxima!

Médica, Nutrióloga y Abogada
Mirellawollants2014@gmail.com

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