Por El presidente francés, Emmanuel Macron, preside desde el 1 de enero pasado, el Consejo Europeo, es decir, el ejecutivo de la Unión Europea, esto es, la presidencia rotatoria entre los 27 países miembros de dicho espacio.
Francia tiene “una responsabilidad mayúscula: lograr llevar a cabo proyecto compartidos y leyes”, comprometer a la Unión al reforzamiento de una Europa más “soberana”, a la reactivación común de la economía, de creación de un salario mínimo, de una remodelación de la relaciones con África tanto como una adaptación del espacio de libre circulación llamado “Schengen” confrontado a una presión migratoria, en síntesis: contribuir más a la integración. Pero en este momento se revela una ambición frente a la tensión que se vive a raíz de la crisis entre Ucrania y Rusia: “actuar como europeos”.
La actualidad enfocó la presidencia en un “momentum” que puede ser histórico : la crisis entre Ucrania y Rusia, lleva mucho más temas de seguridad que la sola dimensión territorial entre los dos países. Se trata, a la vez, de los mecanismos de seguridad, cooperación entre Europa, dentro de los cuales, sus relaciones con sus vecinos como Rusia, tanto como con los Estados unidos. Washington es también, un actor europeo a través de la Organización del tratado Atlántico norte (OTAN) que ofrece una forma de « paraguas » disuasivo, a vocación militar pero también como, igual que Rusia, por parte proveedor energético de Europa. Es decir la complejidad de la situación actual que tenia que tomar de frente el Presidente Macron, bajo penar de ver desaparecer el papel geopolítico de Europa.
Haciendo una gira entre Moscú, Kiev y Berlín, Emmanuel Macron entró, a la vez como Presidente de Francia tanto como de Europa, en el juego político-diplomático, haciendo recordar a los Estados Unidos tanto como Rusia que no pueden interactuar sobre la crisis, pasando por encima de Europa. De igual manera son actores globales. Los Estados Unidos tienen intereses estratégicos tanto en el Hemisferio Occidental como en Oriente. Rusia, buscando una aproximación con China, favorece de igual manera un posicionamiento hacia Europa tanto como Asia. La intención aparece manifiesta : se trata de poner en marcha una nueva lógica de duopolio global, entre Washington y el eje Moscú-Beijing, ofreciendo, de igual manera que en los tiempos de la Guerra Fría, dos esquemas de influencia. Por su parte, Europa es un gigante comercial e económico, pero un enano en materia militar.
Desde su creación en 1957 con el Tratado de Roma, se aplicó y reforzó de manera considerable el espacio europeo, que sea al nivel económico, tecnológico, social. El talento de la lógica integracionista consiste en encontrar un punto de equilibrio con las identidades nacionales de los países miembros. Y, por cierto, en materia de seguridad militar, la mayoría de los países miembros considera que la OTAN/ NATO ofrece una seguridad que podría constituir la forma de una “defensa europea”.
Por su parte, Francia busca favorecer una forma de independencia estratégica europea. Es el único país miembro permanente del Consejo de seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, con un potencial militar nuclear propio; dispone del segundo espacio marítimo nacional mundial, gracias a sus colectividades regionales y territoriales de alta mar: sea en las Antillas, en el océano Pacífico, Índico, en Atlántico Norte, Francia ofrece a Europa un potencial de influencia territorial mundial. Ese contexto explica la dimensión geopolítica contenida en los encuentros que podrían constituir una primera ronda, que sostuvieron los presidentes Macron y Putin el 7 de febrero pasado.
¿Que está en juego ? Nada menos que el orden de seguridad europeo, que se instaló a partir del final de los años 1940, a raíz de la Guerra Fría, ampliado desde de la desaparición de la ex-URSS en 1991. Hoy en día, los intereses parecen divergentes. Son, por lo menos, objeto de fricciones porque el mapa geopolítico evolucionó: el estatus internacional de China, la transformación digital, la llegada de la inteligencia artificial, la voluntad rusa de volver sobre el escenario mundial después de unas pruebas en Georgia en 2008, Crimea en 2014 y estos últimos años en Siria o África... tantos aspectos nuevos que se deben considerar.
Son las razones por las cuales la acción de Emmanuel Macron es tan importante: Europa es la primera afectada por la crisis y sus posibles consecuencias. La gira diplomática de estos últimos días tiene vocación de abrir otras rondas de discusiones: evitar la guerra significa poner en relieve la seguridad, cooperación de Europa.
El 2022 puede ser un año histórico, tal y como lo fueron Yalta en 1945, la conferencia sobre la seguridad y cooperación en Europa en 1973, los encuentros que sucedieron a la caída del Muro de Berlín en 1989. Es decir, que de la búsqueda de salida de la crisis se podría establecer un equilibrio duradero en materia de seguridad en Europa. En el centro del debate están a la vez temas militares, tanto como el económico. El suministro energético de Europa que depende por 40% del gas ruso es una clave para lograr ese objetivo. De este saldría una realidad estratégica renovada, conciliando los intereses tanto los países involucrados, pero tocando también a los de la OTAN, del papel internacional que quiere jugar Rusia.
Sería un logro histórico que, sin duda, podría aparecer en Europa como “la pax macrónica”, es decir, un periodo duradero de paz, opción impactante para el mandatario francés a pocas semanas de la elección presidencial en Francia.
Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr