En la actualidad, el período en años como regalo de vida a nuestra especie, o “esperanza de vida”, ha ido cambiando. Por muchos siglos, la esperanza de vida era entre 40 y 60 años, y sólo los más robustos lograban pasar los 70 años. En la actualidad, un ser humano fácilmente puede llegar a 80 años con una calidad de vida igual o similar a la de un adolescente. Esto sucede para aquellos que cuidan bien su alimentación, se mantienen alejados del estrés y la angustia de quehaceres con agotamientos demandantes, logran equilibrar su tiempo entre la familia y el trabajo y no dejan de realizar sus rutinas diarias de ejercicio.
Si los adultos, además de mantenerse activos mentalmente, logran encontrar actividades laborales que les gustan y alternan con ocasiones de holganza y relajación mental/emocional, fácilmente pueden llegar a los 80 años y no hay diferencia alguna entre ellos y los más jóvenes.
Este cambio de paradigma con respecto a la relación entre la edad y capacidades (o habilidades cognitivas) es una situación que la civilización presente tiene que dar por establecido. Si o si, a partir de este milenio, no podemos ignorar a una población que equivocadamente se le denomina “envejecida”. Por lo tanto, la pauta para estructurar nuestras sociedades tiene que cambiar, creando nuevos cánones de aceptación y adecuación en la preparación y disposición de la nueva composición social.
Según Eleonora Escalante Strategy, el desarrollo total y madurez mental de los individuos se alcanza después de los 40 años. Y por lo tanto, la capacidad de decidir en altas corporaciones y entidades de impacto a la sociedad, sean estas privadas o públicas, no puede descansar aún en mentes novatas.
Los jóvenes requieren muchos años para prepararse no sólo académicamente, sino también desarrollarse con experiencia en sus empleos.
Nuestros cerebros no logran ver todas las causas, aristas y consecuencias a 360 grados sino hasta llegando a la mitad de la centena. Aún aquellos que deciden emprender, tendrán que pasar por muchos años de ciclos de prueba y error, para sacar adelante a sus empresas.
Por lo anterior, todo tipo de trabajo que exija tomar decisiones de importancia tiene que ofrecerse solamente a personas que pasan arriba de los 50 años o más.
Quizás sea el momento en el cual tengamos que pensar en esquemas laborales diferenciales según la edad.
Por ejemplo, ofrecer la opción libre para quien lo desee y que pase de los 60 años, de no pensionarse hasta 10 años después, cumpliendo un 50% del tiempo (trabajando solo algunos días por semana).
También es importante que los adultos más experimentados de una corporación o sector público se queden todo el tiempo necesario hasta que el joven cincuentón que viene pueda desarrollar todas las capacidades del viejo. Es un error mandar a los más “entrados en años” a su casa, sin el relevo maduro y acertado del que viene.
Creo que todos nuestros errores registrados en la historia, durante los últimos 5,000 años, han sido porque el relevo de liderazgo se hizo por casta o linaje y con personas en edades muy tempranas.
No hay nada peor que poner a decidir a quien todavía quiere seguir jugando con muñecos, o quiere seguir divirtiéndose de matarse a trompetadas. Peor aún aquellos que ven el desafío de dirigir por la velocidad, tal cual una competencia grand-prix de autos, o tal cual las guerras de los juegos de videos, o los torneos de caballos. Les cuestiono: ¿No será que habrá que comenzar a cambiar el paradigma del liderazgo por edad en nuestras sociedades?
CEO-Founder
Eleonora Escalante Strategy Studio
Corporate Strategy Reflections, Arts & Publishing