Las pasadas semanas, los salvadoreños estuvimos en constante expectativa por la situación meteorológica en nuestro país y el resto de Centroamérica. Según diversos medios, al menos 5 personas murieron por la tormenta Bonnie y dos de ellas eran salvadoreñas. Ahora, hay que reflexionar sobre si tenemos un papel, como salvadoreños, ante las inundaciones y destrucción causada por las tormentas, y sobre cuánto daño nos hacemos a nosotros mismos sin siquiera darnos cuenta.
La pasada tormenta hizo estragos en nuestro pequeño país. Casas y lugares públicos inundados y destruidos, como la gigante cárcava en la residencial Brisas de San Francisco. La Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible de Colombia plantea que una de las causas de las inundaciones es la falta de planeación urbanística, ya que hay muchos planes de construcción poco convenientes para ciudades pequeñas como las salvadoreñas y los relieves de nuestro país.
También, la misma fundación expone que la deforestación es un importante agravante de las inundaciones y destrucción que genera una tormenta. Y es que reducir la tala de árboles es un reto que se hace cada vez más difícil con el avance del desarrollo urbanístico, y las consecuencias de no lograrlo son graves en nuestro ambiente. Según un artículo de CEUPE Magazine, la erosión del suelo, que es una consecuencia de la deforestación, conduce a las inundaciones, porque “nada puede detener el flujo de agua. Las inundaciones son causadas por la alteración de los niveles de agua subterránea, ya que las raíces de los árboles que se alimentan de ellas mueren”. Ya nada puede absorber el agua, solo el cemento que, más que todo, la desliza a los lugares más bajos.
Los alcaldes y nuevos gobernantes deben hacer planes urbanísticos mejor estructurados y que se acoplen a ciudades como las nuestras, pero ¿de qué manera, como ciudadanos, somos responsables de la destrucción que causan las tormentas? Debemos aceptar que, como salvadoreños, estamos atrás en la cultura de la limpieza y orden en nuestra comunidad. Dejamos la responsabilidad a las alcaldías o a las personas que ayudan a limpiar nuestras calles, pero somos nosotros los que las ensuciamos en primer lugar.
La costumbre de tirar basura a las calles es perjudicial en todos los sentidos. Horacio Guerra, fundador del proyecto Red Ambiental, marca 5 consecuencias de la contaminación de vías públicas: deterioro de la salud pública, disminución de turismo, reducción de la biodiversidad, cambio climático e inundaciones. La basura suele acumularse en drenajes y alcantarillas haciendo que obstaculice el paso del agua y se generen inundaciones, a lo que se agrega que genera un ambiente insalubre, inadecuado y poco atractivo para el turismo, además de la pérdida de vida silvestre y el calentamiento global.
Sabemos que, como ciudadanos, somos responsables de una gran parte de los daños generados por las lluvias, por lo que está en nuestras manos cambiar esta situación. La contaminación ambiental no solo genera inundaciones, sino un sinfín de consecuencias para nuestra salud y la del medio ambiente. Es necesario seguir las recomendaciones de las autoridades, no solo en momentos de crisis como la tormenta Bonnie, sino en todo momento: mantener las vías públicas limpias y libres de desperdicios, hacer lo posible por reciclar y no generar una gran cantidad de desechos. Podemos generar cambios, y ahora es el momento de hacerlo. Cambiemos nuestra cultura a una en la que sea normal ser conscientes sobre nuestro planeta y ambiente.
Estudiante de Ciencias Jurídicas
Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)