Después del inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, durante las primeras 14 horas, los medios noticiosos reportaron que más de 100,000 personas buscaron refugio en las fronteras de Polonia y Rumania principalmente. Ese número subió a un millón de refugiados a una semana después de la invasión, convirtiéndose en el éxodo de desplazados más grande de este siglo. Una población que necesitará ser ubicada, alimentada y protegida pues carecerá de los medios mínimos para su auto cuidado. Una vez, solventada esta situación, no tardará el mundo en ser testigo nuevamente de eventos similares que aumentarán el número de inmigrantes y refugiados en diferentes partes del mundo, a medida que el evento bélico se extienda en tiempo y geográficamente.
A través de la historia, las epidemias, las guerras y las grandes movilizaciones de personas, ya sea como refugiados o inmigrantes, han sido una constante que se ha observado desde el principio de la humanidad. Por supuesto, a medida que la población mundial aumenta, así han aumentado las posibilidades de que tanto inmigrantes como refugiados incrementen su número. De acuerdo con la Organización Internacional para la Migración (OIM), se proyecta que para el año 2050 el número global de inmigrantes y refugiados será de 405 millones de personas.
Se calcula que una de cada treinta personas en el planeta vive actualmente lejos de la tierra que la vio nacer. Esto es tanto por razones voluntarias o por cuestiones involuntarias, como las guerras, terremotos o inundaciones. Además, para mediados del año 2020 se calculaba que el 3.4% de los cerca de 7.6 billones de personas en el mundo vivían como desplazados involuntarios. En otras palabras, si se pudieran poner juntos a los inmigrantes y refugiados en un solo lugar, ellos se convertirían en la quinta nación mayormente poblada en la tierra, con una población mayor que la que Brasil tiene actualmente.
La crisis de refugiados que observamos en virtualmente cualquier parte del mundo y que se espera se acreciente por este nuevo evento bélico se convierte en factor que está moldeando la nueva cara del planeta, a medida que nos recuperamos de una larga pandemia. Desafortunadamente, en muchas ocasiones nos volvemos testigos de cómo estas personas son tratadas en formas inhumanas, pues no son vistas como iguales, por el sencillo hecho de ser inmigrantes.
Evidentemente, el que la inmigración y el aumento en el número de refugiados no sea un fenómeno nuevo, y el que se haya denominado a este período que actualmente vivimos la “Época de la Migración”, debería hacernos reflexionar: ¿Qué estamos haciendo en este periodo crítico de la historia de la humanidad? Este nombre la “Época de la Migración” debería ser por la importancia y las soluciones que ofrezcamos para resolver esta crisis y así mostrarnos más solidarios con aquellas personas que por múltiples motivos se vuelven desplazados en un mundo cada vez más indiferente.
Por supuesto que la inmigración y el aumento en el número de refugiados no es un fenómeno nuevo. La Biblia ya trata estos temas en forma explícita desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Basta leer los primeros doce capítulos del Génesis para darnos cuenta de que la Biblia trata sobre la inmigración, incluyendo sobre todo historias de migración forzada. Al adentrarnos en su lectura nos damos cuenta de que los diferentes libros bíblicos tratan historias escritas por, para o sobre extranjeros, migrantes o refugiados en prácticamente cada sección del Libro Sagrado de los Cristianos.
Tanto el Antiguo Testamento (“Y no angustiarás al extranjero; porque vosotros sabéis cómo es el alma del extranjero, ya que extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto” Éxodo 23,9. “Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero que more entre vosotros” Levítico 19,34 y “No le niegues sus derechos al extranjero ni al huérfano, ni tomes en prenda el manto de la viuda. ...” Deuteronomio 24,17), como el Nuevo Testamento (Jesús nacido fuera de su tierra con sus padres peregrinos… (Lucas 2,4-7), “A los suyos vino y los suyos no lo recibieron” Juan 1,11. “…Fui extranjero y me acogiste» Mateo 25,35) están colmados de versículos que presentan la forma de tratar a los inmigrantes y refugiados.
Por supuesto, está en cada uno hacer nuestras estas enseñanzas y sobre todo cumplirlas: Un ejemplo que el mundo está recibiendo de los países europeos vecinos de Ucrania.
Doctor en Medicina y en Teología.