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Niños fascinados

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Por Carlos Mayora Re
Ingeniero @carlosmayorare

Pienso que todos hemos visto cómo los niños se quedan fascinados delante de una pantalla; sin embargo, es poco conocido lo que muchos estudios muestran al respecto: que las pantallas, especialmente los teléfonos, las Tablets y las computadoras, los ponen frente a círculo de recompensa-estímulo-recompensa que en el corto plazo resulta perjudicial, no solo por la pérdida de tiempo ni porque se sustituyen actividades más físicas, sino también para su desarrollo cerebral.

El problema principal de contar con una Tablet, por ejemplo, a temprana edad no es tanto de contenidos, sino de atención. La fascinación, producto de los estímulos novedosos, frecuentes e intermitentes que la acompañan, es enemiga de la atención sostenida, condición indispensable para el desarrollo cerebral y para el aprendizaje, para la apertura a la realidad y para aprender a convivir.

¿No será que precisamente aquí, en fascinación causada por ponerse en contacto en la primera infancia con la “realidad” a través de las pantallas, podríamos descubrir una de las raíces principales dela actual crisis educativa vigente?

Esta semana comenzó con el anuncio de que a partir del martes se empezaría a entregar Tablets a la totalidad de niños que estudian de primero a tercer grado en el sistema público educativo, dispositivos con conexión gratuita a Internet y más de quince apps educativas, Este anuncio, que a primera vista podría parecer un avance en la preocupación del Estado por la educación, a la luz de las consideraciones con que abríamos esta nota, tiene sus bemoles.

De hecho, desde hace aproximadamente una década, los investigadores han llegado a determinar que el uso de pantallas en niños menores de diez años no solo afecta el modo en que juegan, aprenden y se relacionan entre sí, e incluso como leen y estudian, sino que dependiendo del tiempo de uso, su desarrollo cerebral puede verse afectado; y por lo mismo, las principales Asociaciones Pediátricas achacan a estobuena parte del aumento de la frecuencia, en niños de edad escolar, de problemas como la falta de capacidad para prestar atención, menor desarrollo de las capacidades verbales-comunicativas, tendencias a las adicciones, impulsividad, incapacidad para controlar adecuadamente sus emociones, insomnio, etc.

Así las cosas, si bien el manejo de las tecnologías por parte de niños tiene grandes ventajas; en el caso concreto de menores de diez años, debido a la importantísima etapa de maduración cerebral en laque se encuentran, reclama prudencia y control parental.

Se entiende y se agradece el esfuerzo del gobierno para tratar de reducir la llamada brecha digital, por la que los estudiantes de familias acomodadas tienen más acceso a las pantallas que los de escasos recursos económicos. Sin embargo, en los países más desarrollados, las cosas están caminando “al revés”: de hecho, y más a partir de los dos años de encierro por la situación sanitaria, es precisamente en los colegios a los que asisten alumnos con más posibilidades económicas, donde se está dando marcha atrás en el uso de las pantallas, y se apuesta a dinámicas educativas no centradas en la tecnología, sino en la interacción humana y en la creatividad… mientras los colegios e instituciones educativas con menos recursos, siguen anclados en el uso de las pantallas como herramienta educativa.

Según un periodista, hoy día, “los hijos de la élite norteamericana están regresando a los juguetes de madera, y al ´lujo´ de la interacción humana, mientras que hijos de los padres de ingresos medios y bajos, siguen siendo educados por las pantallas”.

La Academia Norteamericana de Pediatría lo dice explícitamente: “los niños aprenden de las interacciones con humanos, no con pantallas”; una afirmación que no conviene ignorar… menos todavía en esta época en que tendemos a dar más importancia a las metodologías y a los dispositivos, que a los contenidos y a los maestros. Como bien se dice, resulta que no es oro todo lo que reluce.

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