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¿Qué pasa con la humanidad manual?

En un mundo donde todos van hacia lo digital y se está apostando a la automatización exagerada y enfermiza de la sociedad, tengo a bien expresar que estoy en desacuerdo con dicho enfoque desequilibrado para el cual vamos.

Por Eleonora Escalantes

Mientras más pinto más me enamoro de la pintura hecha a mano. Mientras más escucho música clásica, más me derrito por los instrumentos tradicionales. Es un tesoro hacer las cosas a mano en tantas maneras de hacer arte, que va desde la pintura, la música, la escultura, la danza clásica, los bordados, la bisutería, la orfebrería y los cientos de tipos de artesanías y procesos de manufactura de calidad inigualable, fabricados con la delicadeza inequívoca de nuestras manos y que nos hacen ser mejores que las tabletas, máquinas, smartphones y los robots.


En un mundo donde todos van hacia lo digital y se está apostando a la automatización exagerada y enfermiza de la sociedad, tengo a bien expresar que estoy en desacuerdo con dicho enfoque desequilibrado para el cual vamos.
En el año 2000 trabajaba en una compañía suizo-sueca que se dedicaba a la generación de energía. Estuve laborando allí en el momento exacto del origen de su cambio de estrategia corporativa. Fue el año en el cual ABB decidió salirse de los temas de producción de energía y se metió de cabeza en las áreas de automatización y robótica. Viví en carne propia la incertidumbre de miles de empleados temían por sus cargos, porque sus directores habían cambiado el rumbo de su quehacer. Por eso hablo con propiedad de estos temas.

Ahora 22 años después, escribo sobre la falta de equilibrio y los efectos nocivos de las tecnologías disruptivas. Y no puedo menos que disentir sobre el rumbo equivocado del planeta al respecto. Es una mentira pensar que el combo de las tecnologías NAIQI (las Nanotecnologías - Inteligencia artificial (incluyendo automatización y robótica) - la supremacía quantum - y el Internet) arreglará nuestros problemas de pobreza. Más aún cuando tenemos a una mayoría de población mundial que no está siendo bien educada ni se ha cultivado tampoco para tomar decisiones correctas. Además, si no se sana la manera de pensar que fomenta la estructura de desigualdad actual del planeta, las NAIQI y sus negocios, no van a cambiar esta situación a medida que pasen los años.


Según Eleonora Escalante Strategy, más del 84% de la población mundial es de clase baja y sufre de pobreza con salarios anuales menores a $28,800 dólares por año por familia. Lo peor es que más de la mitad de esas familias pobres vive con menos de $700 dólares al mes, y la educación digital no las va a perfeccionar, sino que, al contrario, dormirá su cerebro para que no puedan innovar, ni pensar sin los móviles, y pierdan su desarrollo cerebral de innovación adecuada de cara al futuro.


El exceso irracional del uso de NAIQIs y la adicción al celular solo aviva más aún la distancia entre ricos y pobres. La “ubiquituidad” de estas tecnologías que obliga a hacer todo con su celular, solo genera más competencia, a veces desleal, al límite de la canibalización, especialmente cuando no hay marcos regulatorios de propiedad intelectual, ni hay límites legales adecuados, y donde el más “vivo” o el primero en llegar arrasa con todo, y hace imposible que el modelo de NAIQIs en el mundo sea éticamente correcto.


Mi quehacer cotidiano es para hacer reflexionar a las personas. Quizás algo pueda permear en sus corazones. Especialmente a los dueños de las empresas tecnológicas y sus asociados de sus respectivas cadenas globales de suministros. Estos conglomerados están presionando a que sigamos hacia las tecnologías como una carrera de caballos enloquecidos y desbocados. Y todo esto está destruyendo nuestra humanidad manual. No es moral empujar a nuestra sociedad en la transformación digital que le promete una mentira a largo plazo. Especialmente para las nuevas generaciones.


CEO-Founder Eleonora Escalante Strategy Studio

Corporate Strategy Reflections, Arts & Publishing

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Opinión Tecnología

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