Este es un planeta donde las cosas parecen ir cada vez “más de cabeza”: el país más comunista del mundo, dirigido por un despiadado capitalista; la otrora potencia del Este, en manos de un líder a lo Rus; los abanderados de la libertad, con un intento de golpe de Estado; los que lucharon contra el colonialismo europeo en África, convertidos en tiranos de su propio pueblo; un cuasi ignorante, a la cabeza de un ministerio de educación; un corrupto confeso y un ex guerrillero, presidentes. Y vaya que hay ejemplos para seguir escribiendo.
En medio de este caos, que parece salir de las advertencias más apocalípticas, donde los más confesos fanáticos religiosos dirán que es producto del pecado que se ha apoderado del hombre, o bien, los racionalistas dirán que es producto de la misma sociedad descompuesta en su basamento, que corrompe al hombre; cabe preguntarse ¿si es el ser humano el problema, en si mismo? Porque al final de cuentas la sociedad no es otra cosa que un conglomerado de seres humanos.
Que no sea dicha sociedad la sumatoria de cada uno de sus miembros, sino un constructo diferente, es producto de otra discusión, pero que son seres humanos los que la constituyen, no hay controversia básica.
Y hay que aceptar que estas situaciones donde el poder de las sociedades se ha inclinado a un extremo nocivo son consecuencias de otras situaciones opuestas pero igualmente nocivas. Es decir, llegan como respuesta a una necesidad de cambio por parte de las sociedades, que humanas al fin y al cabo, no logran el “balance, la homeostasis”, sino que salen de la sartén para caer al fuego.
Y entonces, ¿no será que para lograr ese balance, ya es hora de tomar otro camino? Como el que han planteado los futuristas y los tecnooptimistas: permitir que sea la Inteligencia Artificial (I.A.) la que nos gobierne. Para evitar injusticias, los vicios humanos, la corrupción, la ineptitud, la ignorancia, los abusos, la ambición sin límites, el clientelismo político, el despotismo, la crueldad, etc.
En este punto resulta más que conveniente hacer una pausa para recordar ¿qué es la I.A.?. De acuerdo con una publicación del gigante tecnológico IBM, en la cual se cita al experto en inteligencia artificial (IA), John McCarthy: “Es la ciencia y la ingeniería de la fabricación de máquinas inteligentes, especialmente programas informáticos inteligentes. Está relacionada con la tarea similar de usar computadoras para entender la inteligencia humana, pero la IA no tiene que limitarse a métodos que son biológicamente observables”-.
Es válido hablar adicionalmente de, por un lado, I.A.Estrecha, por estar enfocada y “entrenada” para realizar tareas específicas, sin duda mucho mejor que los humanos, como es el caso de Deep Blue, la súper computadora que ganó al ajedrez al campeón Garry Kasparov; por el otro extremo, tenemos la I.A. Robusta, compuesta a su vez por I.A. General, que son máquinas capaces de aprender a realizar las mismas tareas que los humanos y la Super Inteligencia Artificial, capaz de superar la inteligencia humana.
A estas alturas, los lectores estarán con justa razón pensando que todo esto es pura teoría y que nadie en su sano juicio estará considerando poner máquinas al frente de los gobiernos. Pues bien, al parecer quizá la desesperación ya en muchos o el exceso de confianza en la tecnología, ya en otros, ha sentado las bases necesarias y suficientes para que este impensable hecho haya sido consumado, o al menos, haya quedado en el grado de tentativa; en otras palabras, ya se hizo el primer intento para que una computadora con I.A, rija los destinos de una población humana.
¿Dónde? En Tama, una localidad que es parte del distrito de Tokio, en Japón, y que cuenta con más de 150 mil habitantes. ¿Cuándo? En 2018, para las elecciones generales de gobiernos municipales. ¿Cómo? Salió a la palestra pública, lanzando su candidatura para alcaldesa, Michihito Matsuda, un robot de figura que emula a una mujer, con I.A. ¿Resultado? Entre varios candidatos, quedó en ¡tercer lugar!
¿Acaso se han vuelto locos los japoneses? Ni locos, ni tontos y mucho menos podemos considerarlos una población ignorante. Hay que analizar la compleja situación (como la de cualquier grupo humano) social, política, antropológica, económica, demográfica y culturalmente, para lo cual ni estas limitadas líneas ni mi conocimiento son suficientes, pero, si es pertinente generar los parámetros de análisis a todos los lectores, para que conozcan cuáles fueron los postulados de campaña de Michihito San: “Justicia y cambio”. Oportunidades justas para todos, racionalidad (muy importante en Japón) en el análisis de los problemas, etc. Nada nuevo en el horizonte, pero como que se vuelve más creíble en un actor del que no se espera que mienta.
Sin duda queda mucho para analizar, sobre nuestras propias formas de pensar y razonar en lo que subyace bajo esta situación. Para algunos la idea central quizá radica en la conveniencia de confiar más en máquinas que en humanos para dirigir nuestro destino, pero a mi me parece, que la idea principal gravita alrededor de la pregunta ¿cuán desesperados y decepcionados podemos estar, para considerar que es mejor que una máquina nos gobierne?
Médico Nutriólogo y Abogado de la República.