Por De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Este concepto, aunque deseable, parece más un ideal que algo posible. R. Dubos definió la salud en términos más realistas: “Una forma de vida que permita a personas imperfectas conseguir una vida satisfactoria y no muy dolorosa mientras enfrenta a un mundo imperfecto”. Tanto lo ideal como lo alcanzable son elementos válidos al tratar de definir metas. El incluir lo mental en la definición de la OMS le da un significado especial, pues como seres inteligentes y dotados de conciencia (lo más alto en la escala filogenética), este factor en la salud es fundamental.
La salud mental, de acuerdo con la misma organización, se define de la siguiente manera: “es un estado de bienestar en el que la persona realiza sus potenciales y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad”. Este bienestar es resultado de sacar lo máximo de nuestra capacidad de pensar, de expresar sentimientos, de interactuar con los demás, de ganar nuestro sustento con el trabajo y de ser capaces de encontrar y disfrutar de todo lo positivo que la vida nos ofrece.
En la salud mental intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales. Entre los factores biológicos es de gran importancia el componente genético, del que no tenemos mayor control. Muchas enfermedades mentales tienen un fuerte componente genético; sin embargo, genético no es igual a destino, y puede ser influido por los otros factores. El elemento psicológico nos hace más o menos vulnerables a los problemas y dificultades que la vida nos da. Las experiencias, las fortalezas y debilidades, el carácter, pueden definir la respuesta a lo que nos veamos expuestos.
Freud afirmaba que la felicidad era la capacidad de amar y trabajar. Este simple concepto entraña una verdad inmensa, pues la capacidad de trabajar nos da identidad y nos permite ser autosuficientes. Con un trabajo digno podemos cubrir las necesidades básicas y encontrar sentido a todo esfuerzo. Con la capacidad de amar se cumplen las necesidades emocionales y se completa el sentido de nuestra existencia.
El componente social de la salud mental cubre una amplia gama de factores, desde lo familiar a lo poblacional, desde lo racial a lo religioso. La pobreza y el bajo nivel educativo además de estar muy interrelacionadas son dos factores que afectan sensiblemente la salud mental. Los pobres y los que tienen baja escolaridad serán los más vulnerables, las víctimas de siempre y los que más sufren las calamidades sociales. La OMS indica que otros factores que afectan la salud mental son los cambios sociales rápidos, las condiciones laborales estresantes, la discriminación y exclusión, la mala salud física, la violencia y las violaciones a los derechos humanos.
Las acciones que deben tomarse en pro del mejoramiento de la salud mental en la población no pueden buscar únicamente el tratamiento de las enfermedades mentales. Deben buscar un ambiente social que permita lograr los potenciales innatos en todo ser humano. La educación formal, el acceso al trabajo, el fomento de estilos de vida saludables, el reconocimiento y respeto a los derechos y la dignidad de cada uno, todos son esenciales para conseguir ese componente de la salud tan importante.
Médico Psiquiatra.