El Trastorno por Estrés Postraumático se ha estudiado con más énfasis desde la Guerra de Vietnam. Se conoció inicialmente como psicosis de guerra pues los casos más llamativos se daban en soldados que habían tenido experiencias de combate. Un síntoma predominante era el de re experimentar las vivencias (visuales, auditivas) de los momentos más álgidos de la experiencia. El volver a escuchar el ensordecedor sonido de las bombas, las balas zumbando alrededor; la vívida visión de los muertos y de los compañeros heridos en el campo de batalla, los olores, las percepciones táctiles, todo regresaba a la mente con un realismo sobrecogedor. Con el ataque a las Torres Gemelas, y ya un poco más avanzadas las neurociencias, la condición se estudió con más profundidad. Además de entrevistas a los sobrevivientes se realizaron estudios de imágenes cerebrales en tiempo real, encontrándose que áreas relacionadas con la audición y la visión se activaban como si se estuviera volviendo a vivir la experiencia traumática.
Actualmente el Trastorno por Estrés Postraumático, conocido también como PTSD por sus siglas en inglés, abarca tanto experiencias colectivas como individuales. El abuso sexual, los accidentes graves, la violencia intrafamiliar, el secuestro, las amenazas a la vida, son causas frecuentes. En el PTSD se producen alteraciones emocionales graves así como trastornos cognitivos importantes. La percepción de la realidad se ve afectada y la persona presenta conductas de evitación, tanto para los estímulos que inducen los recuerdos (noticias, conversaciones, escenas) como lugares y situaciones que son consideradas de riesgo.
Las escenas muchas veces vistas en las películas, en las que el protagonista o héroe, después de permanecer cautivo de maleantes y asesinos, logra escapar; o después de haber escapado a una lluvia de balas y de bombazos salva la vida de milagro, para aparecer después en una playa bebiendo un whisky junto a una rubia, completamente tranquilo y como si no hubiera pasado nada simplemente no es real. Lo real es que queda traumado y con recuerdos intrusivos de lo que le pasó.
Las experiencias de cárcel también son una causa frecuente de PTSD, especialmente cuando la aprehensión ha sido injusta, pues conlleva elementos cognitivos agregados. Con la pandemia de covid-19 muchas personas han sido hospitalizadas, algunas en cuidados intensivos. La experiencia de una hospitalización y la posibilidad de agravamiento y muerte también se cuenta entre las causas de esta condición. No es raro escuchar a personas que fueron hospitalizadas en la pandemia decir que su vida ya no ha vuelto a ser la misma.
El tratamiento para el PTSD no es ni fácil ni rápido. La huella mental que deja una experiencia traumática es resistente y no se borra fácilmente. No es suficiente el asegurar a la persona que ya todo pasó e instarla a seguir adelante con su vida. En la mayor parte de los casos es necesaria una psicoterapia intensiva y el uso de fármacos. Los antidepresivos tradicionales no tienen tanta efectividad como en las depresiones clásicas. Actualmente se están desarrollando medicamentos específicos para esta condición, que inciden más directamente en los síntomas especiales que el PTSD tiene.
El riesgo suicida siempre está latente en los afectados por lo que hay que estar atentos ante esta posibilidad. Como en toda enfermedad mental los factores más importantes son el definirla con precisión, detectarla oportunamente y la intervención terapéutica. Todo esto prevendrá años sino toda la vida de sufrimiento.
Médico Psiquiatra.