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Adiós a un Grande

Fue un hecho relevante en la historia de El Salvador la comparecencia de Carlos Mayora en la Asamblea Legislativa en 1997, para pedir una reforma constitucional que considerara el derecho a la vida de la persona humana desde el momento de su concepción. Presentó los argumentos científicos que respaldan el comienzo de la vida humana, así como información médica relevante sobre los métodos del aborto provocado. Fue un hecho histórico el resultado obtenido en esta propuesta

Por Teresa Guevara de López |

La historia ha calificado de grande, a personajes que destacaron con acciones heroicas o descubrimientos extraordinarios en el mundo de la ciencia, del arte o de las letras.  Pero el reciente fallecimiento del Dr. Carlos Mayora Escobar, que ha sido objeto de encomiables artículos periodísticos destacando su figura y su ejemplar trayectoria profesional, me llevan a considerar que merece ser saludado como un Grande.

Y precisamente, porque quienes tuvimos el privilegio de contarnos entre sus amigos, pudimos constatar, de primera mano, su actuación como persona, como esposo, padre de familia, abuelo, amigo, profesional y un patriota convencido de lo que como ciudadano podía aportar para el engrandecimiento de su Patria.  Y es que supo hacer el trabajo de cada día, de manera extraordinaria, sin pretender lucirse ni ganar reconocimientos, pero con la certeza de que su trabajo, realizado con perfección humana y profesional, era su medio de santificación.   “Compuso versos endecasílabos de la prosa de cada día” según frase de San Josemaría Escrivá.

Carlos fue un hombre con una personalidad vibrante, cuyo trato dejaba huella, no solo entre sus amigos más cercanos y familiares, sino también en todo aquel que por cualquier motivo se le acercaba.  Sabía escuchar, sabía entender y cuando la situación lo exigía, capaz de defender con pasión sus principios y convicciones, tanto en el ámbito familiar como profesional.  Hombre culto, gran lector capaz de dominar temas de ética y filosofía, importantes épocas históricas y estilos literarios. Era una maravillosa comentar y discutir con él libros, películas y columnas periodísticas, que sabía condimentar con un fino sentido del humor, y revestir de una ironía crítica y punzante cuando era necesario.

Ya se ha dicho bastante sobre su desempeño como ginecólogo, donde sabía con delicadeza sanar las heridas del alma, tan frecuentes en las mujeres con embarazos difíciles y partos complicados.  Para una parturienta, llegar al hospital a altas horas de la madrugada y encontrar al Dr. Mayora de traje y corbata, recién rasurado y con una sonrisa, daba la seguridad de que la madre y su criatura por nacer, estaban en buenas manos.

Fue un hecho relevante en la historia de El Salvador la comparecencia de Carlos Mayora en la Asamblea Legislativa en 1997, para pedir una reforma constitucional que considerara el derecho a la vida de la persona humana desde el momento de su concepción.  Presentó los argumentos científicos que respaldan el comienzo de la vida humana, así como información médica relevante sobre los métodos del aborto provocado.  Fue un hecho histórico el resultado obtenido en esta propuesta, en una Asamblea afortunadamente pensante: 72 votos a favor, 12 abstenciones y ninguno en contra.  ¡Cuántas madres y cuántos niños se han salvado gracias a esta intervención de un profesional responsable!

Pero uno de los más grandes logros de Carlos fue el haber fundado una familia, que es un ejemplo de fe, alegría, convivencia y sentido del humor. Su historia de amor con Yolanda (Yolandón Divino para los íntimos) duró 63 años, con la misma ilusión con que comenzaron en México durante los años de especialización, llenos de anécdotas y situaciones divertidas que lograron recordar a través de los años.  La familia creció con 7 hijos, que heredaron las mejores cualidades de sus padres, en un ambiente de pleitos, travesuras y aventuras que compartieron con los hijos de sus amigos.  Hoy todos son profesionales exitosos que les han dado 20 nietos.

La Virgen llevó a Carlos de la mano en un sábado, para recibir el saludo que el Señor Jesús tiene preparado para los que le sirven y le aman: “Siervo bueno y fiel: porque has sido fiel en lo poco, te confiaré lo mucho.  Entra en el gozo de tu Señor”.

Maestra.

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