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La batalla del relato

Los medios y los periodistas tienen una ardua labor frente a este problema que ya desborda a nivel mundial, sobre todo cuando muchos líderes políticos alrededor el mundo son quienes insisten o hacen de las suyas para desinformar con tal de posicionar el relato que ellos quieren.

Por Andy Failer |

Desde antes que terminara de estallar este conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, distintos medios de comunicación rusos y occidentales ya habían entrado al campo de batalla. Los primeros hablan de una operación militar especial en Ucrania, y los otros siembran la idea de que se trata de Putin contra la humanidad. Si bien es cierto que la invasión de Rusia viola la soberanía de Ucrania, no podemos olvidar que detrás de este grave conflicto hay intereses económicos y geopolíticos que reparten culpas tanto para Occidente como para Rusia. Pareciera que muchos medios de comunicación se esfuerzan por sembrar desde sus intereses un relato de buenos y malos, cuando la realidad es, dicha en palabras del español Íñigo Errejón, “las guerras siempre se deciden por arriba y se sangran por abajo”.

Cualquier lector que no haya estado anteriormente empapado de la historia de estos conflictos geopolíticos debe tener presente que todos estos últimos sucesos no pueden resumirse en si Putin un día se despertó con el pie izquierdo. Esto es más profundo y por ello debemos tratar de informarnos con medios que verdaderamente nos conduzcan al fondo de este conflicto y sin tratar de vendernos figuras de héroes y villanos. El periodismo no debería amplificar mensajes políticos, más bien debe escudriñarlos e informarlos con rigor y sustento de datos para que la gente entienda con claridad qué es lo que está aconteciendo. Como comunicólogo creo que este suceso histórico debe retar a las sociedades para que estas se replanteen la forma en que consumen noticias. Menos desinformación y propaganda, más rigor y datos.

En esta batalla del relato también se distorsionan realidades. Tengamos claro que este es un conflicto donde la gente muere. No hay tragedia más grande que ver a un grupo de ciudadanos asustados porque un misil pueda acabar con sus vidas, pero frente a esta realidad vemos cómo se viralizan algunas fotos de niños portando un fusil de juguete o alguna persona ucraniana que se armó con lo que encontró y que está dispuesta a “defender su país”. Ese afán de vender en algunos medios cierto patriotismo distorsiona la realidad, un niño con un fusil de juguete frente a un tanque ruso con hombres bien entrenados, no es patriotismo, es una tragedia, una postal de horror.  Las guerras no son actos magníficos, no perdamos de vista la verdad en medio de esta realidad. Tenía razón el senador estadounidense, Hiram Johnson, cuando durante la Primera Guerra Mundial dijo: “La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”.

En medio de este campo de batalla donde la verdad es masacrada, esto no trata solo de flotas mediáticas, acá también hay mercenarios a sueldo. Hay personas que desde sus propias cuentas de Twitter –lastimosamente algunas con mucho alcance– desinforman y atacan la verdad. Algunas personas lo hacen desde la ignorancia y otras con mala intención. Viralizan videos de impactos de bombas o algún otro desastre militar que no son actuales o que incluso no son reales, videos de videojuegos o de películas, esa irresponsabilidad, además de desinformar, también contribuye a la tensión de esta escalada bélica. A estos mercenarios de la desinformación se les combate con datos que se sostengan en investigaciones que sí llegan al fondo del asunto y no se quedan en titulares que solo hacen mucho ruido.

Los medios y los periodistas tienen una ardua labor frente a este problema que ya desborda a nivel mundial, sobre todo cuando muchos líderes políticos alrededor el mundo son quienes insisten o hacen de las suyas para desinformar con tal de posicionar el relato que ellos quieren. Ante todo esto, la gente necesita saber la verdad: los civiles ucranianos no podrán contra los militares rusos, pero una intervención militar sería el preámbulo de una tercera guerra mundial entre potencias nucleares. ¿Acaso este preámbulo es por un escenario en donde se está a favor o en contra de la democracia? No, esto se trata de ver quién controla el gas y de ver quién tiene la influencia geopolítica y nuclear con mayor peso.

La apuesta del relato, con rigor y datos, debería estar encaminada hacia las vías diplomáticas. Y la apuesta política debería ser la misma. Es la única salida para evitarnos un escenario con miles de ataúdes envueltos en banderas.

Comunicólogo y político

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