El pasado sábado, el Presidente de este pequeño y sufrido país desfiló en una alfombra roja para aparecer sorpresivamente en un vídeo que se transmitió en el certamen de belleza Miss Universo, en donde anunció que la próxima sede de tal concurso será en El Salvador. El mensaje iba apegado a la propaganda del oficialismo: “Las mejores olas para surfear” (Surf City), “imponentes volcanes” (bitcoin/bonos volcán) y “exquisito café” –marca café con la que sus funcionarios desfilan en todas partes). Y en el cierre enfatizó en “seguridad” (régimen de excepción). Lo cierto es que este próximo evento será más político que de belleza y se coronará un dictador en lugar de una Miss.
Probablemente el certamen se realice en diciembre de 2023 o enero de 2024. Ambos serán meses intensos de campaña electoral para candidatos a diputados de la Asamblea Legislativa y candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República.
Esto no es casualidad, y lo resumo con esta breve reflexión: este año la crisis económica se agudizará aún más; solo en los pocos días que van de este 2023 algunos alimentos de la canasta básica han incrementado su precio hasta en un 147 % y el acceso a la vivienda para la clase baja y media se complica enormemente. Los efectos de la inflación se fortifican cada día más.
Ante este escenario, ¿qué le queda a un gobierno con planes dictatoriales? Populismo para adormecer a las masas.
El Salvador hará con el Miss Universo 2024 lo mismo que Qatar hizo con el Mundial de Fútbol 2022. Así de sencillo es el asunto.
No hay nada nuevo en esto. Dictadores y gobiernos violadores de los Derechos Humanos ya se han aprovechado de certámenes de popularidad mundial para lavarse la cara a nivel internacional y adormecer a las masas del país al que oprimen. En el mapa electoral ronda una reelección presidencial ilegal, atentatoria a la Constitución de la República, y en ese sentido, el concurso de Miss Universo 2024 será una pieza clave para esta dictadura que nos respira encima.
Mientras muchos no podrán llenar sus estómagos porque el dinero no alcanza, sí podrán llenar sus mentes de la ilusión de que Miss Universo 2024 y la propaganda gubernamental les venda por doquier.
El oficialismo insistirá con una narrativa muy simple: “Miss Universo se hará en El Salvador porque este país ha cambiado”. Esta última línea es cierta, Miss Universo será en este país porque tenemos un dictador en potencia que quiere instalarse permanentemente en el poder. Eso es lo que ha cambiado en este país, no lo perdamos de vista.
Quienes sean que asesoren al Presidente, probablemente vieron cómo Qatar compró un mundial de fútbol para favorecer la imagen de su gobierno, y tras ver esta jugada perversa, le vendieron la misma idea al Presidente.
En distintos espacios de opinión he señalado que este año es completamente pre-electoral.
El oficialismo ya está moviendo sus piezas y delimitando sus planes. La disputa termina en un evento electoral pero inicia con un relato. Con eso último es donde cada ciudadano con convicciones democráticas debe poner de su parte. El relato no es el de Miss Universo en el país de las maravillas, este relato va sobre el futuro.
En 2024 nos jugamos la última oportunidad de vivir en un futuro en donde las ideas de todas las personas se respeten, la última oportunidad de garantizar un marco básico para nuestra democracia, la última oportunidad para no exiliarse por culpa de la dictadura.
Futuro, futuro, ¡futuro!
La última y primera vez que Miss Universo se realizó en El Salvador fue en 1975, bajo la dictadura militar.
El certamen sirvió para desviar la atención de la imagen que se había construido Molina durante tres años de una pésima gestión que se sostenía sobre un fraude electoral descarado.
Once días después del concurso de Miss Universo, ocurrió la masacre de los estudiantes de la Universidad de El Salvador. Que esto nos sirva de recordatorio: aunque el dictador trate de saludar y sonreír como una Miss, siempre será un dictador.
Comunicólogo y político