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Formar a los que forman

Dada la cardinal importancia de la profesión docente, el Estado debería también buscar a jóvenes talentosos y apasionados por la docencia para subvencionar su formación como formadores. Pero solo a los talentosos y apasionados que hayan conseguido buenas notas en su formación previa

Por Jorge Alejandro Castrillo
Psicólogo

La entrevista, me dijo, era para su tesis doctoral sobre la formación docente. “Tesis doctoral”, “informante clave” son términos que asustan un poco, ustedes dirán. Sobre todo, siendo él el entrevistador: persona formal, organizada, seria y responsable como pocas he conocido. Normalista para más señas, lo que para cualquiera en “el ajo” lo hace entender que es una persona que llegó preparado para la docencia. Además de toda la experiencia ganada en sus años de práctica profesional (docencia, dirección escolar, funcionario público, director de programa universitario), ha seguido investigando y leyendo sobre el tema y eso no deja de asustar. Pues si es verdad que “más sabe el diablo por viejo que por diablo”, es más cierto aún que quien a su experiencia le añade la formalización teórica, pues termina valiendo por tres o cuatro viejos prácticos experimentados. Afortunadamente, así como es de serio es de afable, lo que tiene de formal lo tiene también de cortés; su responsabilidad lo hace preparar con anticipación las entrevistas, por lo que me había hecho llegar un cuestionario base con suficiente antelación.

La entrevista se desarrolló virtualmente, iniciamos treinta segundos antes de la hora convenida (lo dicho, es una persona formal y organizada) y luego de las presentaciones de rigor para que el video sirva como material de apoyo para su tesis, entró directamente al tema. La conversación fue fluida y amena, la llevó por derroteros más que interesantes y me obligó a formalizar ideas. El papel del Estado en la formación docente, por ejemplo. Nunca tuve la oportunidad de pisar una Normal de maestros, pero creo que la mayoría de mis maestros de colegio provenían de allí. Uno sabe que no todos fueron buenos. Y el más famoso de todos los normalistas en El Salvador, resultó que tuvo que aprender, en el puesto y a la vista de todos nosotros, ¡a leer bien, de corrido y con entonación! Le tomó años, como escribí en aquel momento, pues cada primero de junio evaluábamos su progreso en la lectura. Lamentablemente no tenemos un estudio que haya comparado la formación de las Normales con las de las universidades. La vida en claustros, como era en las antiguas normales, genera hábitos, disciplina y espíritu de cuerpo, pero no asegura una buena formación. Y sale más caro. Por lo tanto, no creo que el estado deba ser el único que deba dedicarse a la formación de docentes. Entidades privadas pueden también hacerlo con calidad.

Sí creo que es prerrogativa y deber del Estado supervisar la práctica docente (a todo nivel) y que debe evaluar a los docentes que contrata el sector público. ¿En qué cabeza cabe que el empleador no evalúe, de entrada, a sus empleados? En la de las asociaciones de maestros, a tenor de sus propias declaraciones en el cruce de opiniones que tuvieron recientemente. Ese es un pleito que debe dar la Ministra actual, como lo dieron ya antes varias que la antecedieron en el cargo. Por eso hay que cuidar que el procedimiento y los instrumentos sean los mejores posibles. Luego del escándalo del test usado, seguimos esperando los resultados de las dos supervisiones de calidad que se dijo había contratado el MINED para dicho proceso.

Dada la cardinal importancia de la profesión docente, el Estado debería también buscar a jóvenes talentosos y apasionados por la docencia para subvencionar su formación como formadores. Pero solo a los talentosos y apasionados que hayan conseguido buenas notas en su formación previa ¡Cuánto dinero se ahorraría el Estado en seguridad, salud, transporte y otros rubros si nuestro sistema de educación pública desarrollara calidad y excelencia de forma generalizada!

Con poco pensamiento que le demos, caeremos en la cuenta de que la inversión que se haga en docencia (la ocupación que se dedica a formar ciudadanos para el país y el mundo) es la que más asegura la continuidad de los esfuerzos y eleva el nivel de vida de formados y formadores. El techo de un sistema lo ponen la calidad de sus docentes. Entre mejores docentes formemos, menos supervisiones habrá que hacerles pues cada quién se esmerará por que sus alumnos aprendan y se formen. Y para eso hay que hacerlos responsables. Vuelvan a ver el video del entrenador de Nadal si no me creen a mí.

Quedaré pendiente de ese trabajo de graduación. Les cuento quién entrega primero sus resultados: si el doctorando que me entrevistó o los organismos encargados de supervisar la calidad del proceso de evaluación de docentes que el ministerio dijo haber contratado.

Psicólogo/psicastrillo@gmail.com

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