Detenidos Eva Stella, Sícilo y yo en el eterno sueño del planeta Akala (el sin tiempo) tuvimos -al dormir- visiones de las caóticas urbes terrestres, envueltas en pandemias y llamas del holocausto nuclear. El mismo, causado por la demencia de los “amos del poder” terrícolas. Entonces despertamos de tal horrenda pesadilla. “No hay por qué temer”, dijo Sícilo, con su apacible voz. Nos vimos rodeados de altas montañas, renaciendo en un lugar del espacio profundo: Akala, un planeta hasta donde nos había llevado la expedición y en el cual, repito, no existía el tiempo. Recordar los años de aquel paraíso hecho cenizas en el sistema solar de ORS no valía la pena. Al contrario, hacerlo nos entristecía. Era conmovedora aquella distancia cartesiana entre nosotros y nuestro remoto planeta de origen. Ni siquiera su tenue luz se alcanzaba a divisar en el anchuroso éter primordial. “Olvidemos el ayer. Al fin que en Akala no existe pasado ni futuro. Sólo el eterno presente”, dijo Stella, recordando luego la milenaria frase: “El Ayer es un sueño. El Mañana ilusión. Pero el Hoy -bien vivido- hace de todo ayer un sueño de amor y de cada mañana una ilusión de esperanza”. (XXIII) <“Éxodo del Sapiens Estelar al Universo” C.Balaguer-Amazon)>