Era un ciclo solar más en Akala el desconocido planeta interestelar. Oí pasos llegar hasta mí. Era el almirante La Salle con su traje de aluminio. “¿En qué piensa Indra?”, preguntó. ¿Acaso intentará volver a la Tierra como algunos de la expedición?”. No le respondí. Se sentó a mi lado sobre unas rocas. “La mayoría quiere irse –agregó-. Prefieren morir en el intento, que quedar en la nada de un mundo extraño. Es un suicidio, pero a nadie se le puede negar el derecho de emprender regreso al perdido paraíso que dejamos atrás”. “¿No es un suicidio también quedarse?”, pregunté. “Partir es morir un poco, decían los griegos -respondió-. Y nosotros hemos muerto en este viaje. Partir o quedar da igual. Sólo somos fantasmas vivientes en otra dimensión de la Creación cuántica." Habíamos cruzado la cuarta dimensión: la imaginación del tiempo. Eva Stella –astrofísica nuclear—llegó hasta nosotros, después de separarse del convulso grupo de los demás expedicionarios. “Han dispuesto partir a primeras horas del día akala -dijo. Es triste. No quisiera verles partir. Desaparecerán en el vacío. Como nosotros en esta infinita soledad interestelar”. (IX) <“Éxodo del Sapiens Estelar al Universo” C.Balaguer-Amazon)>