La cumbre de la comunidad política europea se celebró el 5 de octubre pasado, en Granada, España. En este foro informal de dirigentes de Europa y países vecinos se reunieron 47 miembros. Su propósito consiste en ofrecer un marco informal con el fin de reducir los conflictos y tensiones. Y por cierto, los temas no faltan: Ucrania, Armenia, la temática de los migrantes, el deterioro de la seguridad en la región del Sahel… los temas no faltan.
La ausencia del presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, tanto como el de Turquía, Recep Erdogan, dos semanas después de la ofensiva de las fuerzas azerbaiyanas en el enclave del Alto Karabaj, contribuyó a limitar el alcance de este encuentro. La crisis con Armenia abrió un nuevo frente de tensiones en el suelo europeo de cara al conflicto ruso-ucraniano desde febrero de 2022.
El presidente Volodimir Zelenski estuvo presente, llamando la atención de los miembros con una necesidad de armamento, incluyendo aéreo, mientras el conflicto sigue estando en su segundo año. Por su parte, el presidente francés, Enmanuel Macron, que favoreció la creación de esta comunidad de diálogo, participó en una reunión con los presidentes de Armenia, Nikol Pachinian, el canciller alemán Olaf Schol y, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, para tratar la crisis entre Armenia y Azerbaiyán. Pero ¿cuál podría ser el alcance de dicho encuentro sin la presencia de Ilham Aliev, que no considero útil asistir a esta cumbre?
Otro tema es sobre las fronteras de la Unión Europea y su ampliación. Por segundo año consecutivo, Recep Erdogan no asistió mientras su candidatura en favor de una integración en Europa está parada. Unos dirán « “congelada”. Por cierto, sin Turquía tanto como Azerbaiyán, la comunidad política europea se vuelve más europea.
Teniendo lugar en Granada, en Andalucía, la temática migratoria volvió a ser el centro del debate. El mércoles pasado, los 27 países europeos se pusieron de acuerdo sobre un texto destinado en organizar una respuesta europea en caso de flujos masivos de migrantes en un país de la Unión Europea, tal y como ha sido durante la crisis de los refugiados de Siria durante el periodo 2015-2016.
Queda el sistema en espera de una difícil reforma mientras «los niveles de inmigración ilegal hacia Europa continental están en su nivel más alto desde hace un decenio», afirmó el primer ministro británico.
El Mediterráneo se ha vuelto el símbolo de la crisis migratoria, haciendo surgir tanto la problemática para los países europeos tanto como las crisis en el continente africano que nutren estos movimientos. El doble objetivo en, Europa consiste en disminuir el número de llegadas sobre el suelo europeo y lograr «compartir» de manera equitativa entre los 27 las condiciones de acogida de los migrantes. Se trata de aliviar el peso que está sobre Italia, Grecia, tanto como España desde hace varios meses.
Obviamente, unos países están en desacuerdo: es el caso de Polonia y Hungría, que no aceptan las disposiciones previstas sobre el número de personas que deben ser atendidas tanto como el origen de ellos. El tema migratorio subraya la complejidad del funcionamiento europeo tanto como las consecuencias que implica sobre la ampliación de la Unión mientras ocho países, entre ellos Ucrania, son candidatos a una integración.
La cumbre europea tuvo lugar en medio de focos de tensiones y conflictos: Ucrania, Kosovo, Armenia. Más que nunca, Europa debe examinar todas las opciones, empezando en pensar su propio liderazgo como actor geopolítico.
Pascal Drouhaud es un politólogo francés, especialista en temas internacionales y geopolítica.