La policía hondureña detuvo este martes al expresidente hondureño Juan José Hernández, mejor conocido como JOH. Ramón Sabillón, el policía que Hernández destituyó hace cinco años después que arrestó a los hermanos Valle Valle –enlaces del cártel de Sinaloa– sin su autorización, le presentó la orden de captura. Sabillón vivía en el exilio hasta que la nueva presidenta, Xiomara Castro, lo puso nuevamente al frente de la corporación policial.
Un tribunal de Nueva York reclama a JOH para que responda por cargos relacionados con narcotráfico y el empleo de armas para resguardar los alijos de droga que pasaban impunemente por el territorio hondureño. El año pasado, su hermano, Tony Hernández, fue condenado a cadena perpetua en Estados Unidos por el rol que jugó en la trama de trasiego de drogas. Tony marcaba los paquetes de cocaína con sus iniciales. Quería hacerse un nombre en el negocio. Se convirtió en una pieza clave gracias al enorme poder institucional que le otorgaba la estrecha cercanía con el presidente.
Durante el juicio a Tony y a otros mafiosos, el nombre de JOH salió a relucir una y otra vez como cómplice conspicuo. Desde entonces, fue un hombre marcado. De poco le sirvió colarse al bueno para nada Parlamento Centroamericano (PARLACEN) en busca de inmunidad.
De consumarse la extradición, el Departamento de Justicia de EE.UU. dice contar con suficientes pruebas para condenarlo a varios años de prisión. Aparentemente, los magistrados y fiscales que el exjefe de Estado colocó en el poder judicial no lo salvarán. Honduras celebra.
Hernández llegó a la presidencia por primera vez en 2014 como él candidato del Partido Nacional. En 2017, torció la ley para seguir en el poder (tenía compinches en el Tribunal Electoral) y se impuso en los comicios mediante una jugada que la propia OEA tildó de fraudulenta. En ocho años (2014-2022), Honduras tocó fondo. La curva de la pobreza volvió a trepar. El crimen organizado, las pandillas –éstas muy metidas en el narconegocio–,se fortalecieron. Al amparo de las tinieblas, decenas de activistas por los derechos de la tierra, el medio ambiente, el agua y las comunidades fueron asesinados o encarcelados. (Aún hoy en día, seis activistas antiminería del Guapinol guardan prisión ilegalmente). Dos administraciones estadounidenses, una demócrata y otra republicana, se hicieron las desentendidas. Eso sí, no soportaban que centenares de miles de hondureños buscarán refugio en su país.
El diario La Prensa de Honduras publicó este martes un detalle de los cargos que le aguardan al expresidente en una corte de Nueva York. Los suficientes para sacarlo del tablero por unos años. Pero siempre quedan los incondicionales que él instaló y los poderosos a los que sirvió. Llevará años desmantelar este Estado de gánsteres que tiene al Ejército y la Policía como brazo armado.
No es que los hondureños no hayan peleado. Se han batido duro. En la calle, en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las cortes, en los foros internacionales.
Hay un atisbo de luz. No sería posible sin la llegada de Xiomara Castro, que apenas lleva dos semanas en el cargo, y sin la inteligencia del pueblo, que la eligió. Esa votación es un portazo al viejo régimen. Una razón para no desmayar. Lo que está en marcha en Honduras también manda un mensaje a los otros JOH del Istmo, que tarde o temprano entenderán que el poder arrogante y criminal no es eterno.
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Nota de La Prensa (Honduras) que detalla los cargos contra JOH.
[https://www.laprensa.hn/honduras/se-revelan-cargos-de-eeuu-e-historial-que-vinculan-a-juan-orlando-hernandez-con-el-narcotrafico-BE5789333]
Róger Lindo es periodista y escritor.