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Joe Biden apuesta por el futuro

Biden les expresó a los estadounidenses que le permitan acabar el trabajo que comenzó hace dos años (Let´s finish the job).

Por Gina Montaner
Periodista

Una vez más, los temores de unos y los deseos de otros no se cumplieron. En su discurso del estado de la Unión el presidente Joe Biden exhibió un vigor que contrasta con la percepción que muchos tienen, incluso en las propias filas demócratas, de que es más un político en el crepúsculo que un estadista capaz de resolver los retos que enfrenta el país.

Unos días antes de que Biden hablara ante un Congreso cuya mayoría ahora es republicana, una encuesta del Washington Post y la cadena ABC no arrojaba datos muy alentadores: con un índice de aprobación estancado en el 42%, el 62% de los encuestados considera que Biden ha logrado poco o nada. Cuando se les preguntó a votantes demócratas e independientes con tendencias liberales si votarían de nuevo por él, un 58% indicó que preferiría a otro candidato demócrata en las elecciones de 2024. Lo paradójico es que en los comicios de medio mandato los resultados fueron una clara victoria para el presidente y en estos momentos la economía, lejos de estar sumida en una recesión que se creía inevitable, se recompone con la contención de la inflación y con un robusto índice de empleo.

Biden y sus asesores son conscientes de que no siempre los datos se reflejan en la apreciación que el electorado tiene de la gestión en Washington. Más allá de las estadísticas macroeconómicas, el ciudadano de a pie saca las cuentas a fin de mes, piensa en los pagos de la hipoteca o los peligros de una sociedad en la que la violencia con armas acecha en las calles. Al cabo de dos años en la Casa Blanca y en víspera de que anuncie que aspirará a la reelección, el presidente debía trasmitir un mensaje que realzara los logros de su administración, pero sin pasar por alto el estado anímico de una nación que todavía se recupera de las secuelas de la inestabilidad que produjo la pandemia y de la propia división que alimentó el antecesor de Biden. Durante cuatro años Donald Trump labró la “guerra cultural” en contra de una supuesta ofensiva de la “izquierda”, y de esa oscura estela todavía bebe un amplio sector de los republicanos que el pasado martes por momentos abuchearon al presidente.

Pero el octogenario Biden no se amilanó, sino que encajó con brío el alboroto. Había cuestiones que debía abordar si pretende que los escépticos, entre los que se encuentran los votantes jóvenes que aspiran a una agenda más progresista, vuelvan a confiar en él dentro de dos años. El mandatario enfatizó los esfuerzos por sacar adelante a la clase media y a las comunidades con más necesidades económicas; hizo un llamamiento a poner freno de una vez a los estratosféricos costos de la medicina y puso en evidencia la iniciativa de algunos republicanos de acabar con los beneficios de la seguridad social y de la sanidad. Fue el momento de mayor tensión, con republicanos como la radical Marjorie Taylor Greene tildándolo de “mentiroso”. En cuanto al aborto, aseguró que de ningún modo permitirá que el derecho a la interrupción del embarazo llegue a prohibirse en todo el país y defendió los derechos de la comunidad LGTBQ. Dos asuntos que son centrales en la batalla “cultural” que el ala ultra republicana libra de cara a las elecciones presidenciales.

Como parte de la tradición de tener invitados especiales cuyas vivencias sirven de apoyo a los temas que el presidente quiere subrayar, no podían faltar los padres de Tyre Nichols, el joven afroamericano que murió recientemente como consecuencia de la brutal golpiza que le propinó un grupo de policías en Memphis. La reforma de los cuerpos policiales es una medida que la generación Z reclama, al igual que leyes más restrictivas contra las armas de fuego, un mayor compromiso con políticas que combatan el cambio climático y una reforma migratoria integral que ninguna administración ha conseguido materializar.

Para combatir la impresión (que los republicanos machacan una y otra vez) de que el país lo preside un hombre marchito, en su discurso el presidente hizo un canto al optimismo, asegurando que la democracia estadounidense goza de buena salud porque su gobierno ha tenido la fortaleza de vencer a los enemigos internos (véase los golpistas que el 6 de enero de 2021 atacaron el Capitolio) y la tiene para enfrentarse al peligro global que representan la China de Xi Jingping y la Rusia de Vladimir Putin.  La embajadora de Ucrania, presente en el acto, estaba visiblemente emocionada ante el respaldo incondicional al país ocupado.

En suma, Biden les expresó a los estadounidenses que le permitan acabar el trabajo que comenzó hace dos años (Let´s finish the job). Antes de su discurso, Alexandria Ocasio-Cortez, representante del ala más progresista del partido demócrata, le dijo a CNN que lo respaldaría en 2024 siempre y cuando se comprometiera a apostar por el futuro. Es evidente que el mandatario ha tomado nota de lo que los más jóvenes desean y esperan antes de votar nuevamente por alguien que, si es reelecto, acabaría su segundo mandato con 86 años. Joe Biden ya tiende puentes para el inevitable relevo generacional. [©FIRMAS PRESS]

*Twitter: ginamontaner

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