Soy Giorgia. Así se presenta la líder del partido Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia) que acaba de ganar las elecciones parlamentarias en ese país. Precisamente, al presentarse simplemente como Giorgia Meloni, y especificar en uno de sus más citadas intervenciones públicas “soy Giorgia, soy una mujer, soy una madre, soy italiana, soy cristiana”, esta joven política de cuarenta y cinco años logra separarse de todos los clichés que sus oponentes intentan endilgarle, claro está, para desprestigiarla, acudiendo a todos los estereotipos al uso contra los políticos de derecha.
Hace más de un año publicó su autobiografía intelectual, precisamente con el título que encabeza esta nota, para contar “en primera persona quién soy, qué es lo que creo y cómo he llegado hasta aquí”. Un libro que rápidamente se convirtió en la obra de no ficción más vendida en Italia.
No es una millonaria que se lanza a la política para enriquecerse más o para proteger su fortuna. Tampoco es una extremista exaltada que propone soluciones “radicales” para los problemas, al estilo de expulsar los inmigrantes, abandonar la Unión Europea, penalizar el aborto. No. Es una italiana nacida en 1977 en el seno de una familia de clase media, que desde los quince años de edad ha estado en política.
Si para algunos defender la familia, prometer políticas para favorecer la natalidad, decir que en relación con Europa procurará poner en práctica el principio de subsidiariedad: lo que pueda hacer Roma que no lo haga Bruselas, y viceversa… manifestar que apoyará la OTAN para proteger la Unión Europea, es ser extremista, Giorgia Meloni lo es.
Ella es quien es. Piensa de una manera determinada, con ideas de derecha, conservadoras y en estos dorados tiempos “revolucionarias” para el mainstream ideológico; y eso ha hecho que una buena parte de los italianos voten por su partido alcanzando -muy probablemente- a ser la primera Premier mujer en Italia, por el simple procedimiento de auscultar el sentir de la mayoría de la gente y proponer soluciones.
Los medios de comunicación internacionales la están presentando como de ultraderecha, como la primera política de derecha en gobernar después de Benito Mussolini… como si hubiera sido electa por una multitud de nostálgicos que anhelaran el regreso del Duce. Una imagen de la que Meloni misma se separa, como cuando dijo, gráficamente, en una entrevista concedida al Corriere della Sera, que los nostálgicos de Mussolini no son más que los “tontos útiles de la izquierda”…
Diputada desde 2006, en 2008 se convirtió en la ministra más joven de la historia de Italia. Cuando era ministra formaba parte de otro partido político, la Alianza Nazionale, de Gianfranco Finni. Mismo que dejó para fundar junto con otros dos diputados su instituto político actual: Fratelli d’Italia, que toma su nombre del primer verso del himno nacional: un canto a la unidad y un llamado a sentirse orgulloso de ser italiano.
Los analistas más objetivos le dan un voto de confianza. Se preguntan cómo se desenvolverá gobernando quien ha alcanzado el éxito electoral agitando, pues tienen claro que no sería ni la primera ni la última persona que accede al poder aprovechando el descontento popular contra el establishment político; pues no faltan los casos que, en la historia reciente, muestran que una cosa es gritar cómo se deberían hacer las cosas y otra muy diferente arremangarse y ponerse manos a la obra.
Le apoyan treinta años (sí, treinta, pues desde los quince años se metió a querer cambiar las cosas en su país) de carrera política. El conocimiento del modo como funciona la democracia en uno de los países más avanzados políticamente y, por lo mismo, más complicados de gobernar, como es Italia. Un prestigio nacional e internacional incuestionable y un conjunto de principios y valores claros y definidos que, aparentemente, no está dispuesta a negociar y que irritan profundamente a sus detractores.
Ingeniero/@carlosmayorare