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Silencio ante la invasión de Ucrania

Al final del día, no se trata de si El Salvador, como el país pequeño que es, puede o no tener un impacto significativo en la conclusión de esta invasión, sino en saber que, independientemente de lo que pase, se estuvo en lado correcto de la historia.

Por Jorge Canizales | Mar 24, 2022 - 18:20

A un mes de la agresión no es sorpresa para nadie que el gobierno salvadoreño no haya pronunciado postura alguna ante la invasión de Rusia a Ucrania. Y, si  somos sinceros, lo más probable es que no lo haga nunca. A nivel latinoamericano hemos sido uno de los países más renuentes a pronunciarse ante la guerra. En la iniciativa de la Naciones Unidas por condenar los actos de Rusia, El Salvador se abstuvo de votar, al igual que otros países de la región como lo fueron Cuba, Bolivia y Nicaragua. Pero, a todo esto, surge la gran pregunta: ¿por qué? ¿Por qué un gobierno que, a diferencia del resto de países latinoamericanos que se abstuvieron, no comparte mayores concordancias ideológicas con Rusia decidiría no condenar actos que claramente van en contra de principios básicos de paz y de humanidad? La respuesta es corta: Estados Unidos.

Algunas personas podrían creer que se trata de una decisión puramente económica. Países gigantes como China e India, también neutrales ante el conflicto, han tomado una postura totalmente pragmática: mientras la guerra no les genere beneficios o costos, no hay razones por las cuales intervenir. Del mismo modo, varias naciones africanas se abstuvieron de condenar las acciones de Rusia, ya que esto no les trae ninguna clase de beneficio económico. Pero el caso de los países latinoamericanos es diferente. Parecen predominar sobre los factores económicos, factores diplomáticos que se basan en una clara polarización entre dos bandos fantasma: Estados Unidos y Rusia. ¿Por qué fantasmas? Pues, primero, se trata de una rivalidad concebida en la ya difunta Guerra Fría que parece nunca haber desaparecido, solo atenuado.  Segundo, varios países parecen no condenar los actos de Rusia porque creen que esto automáticamente implicaría un nivel de afinidad con Estados Unidos y el resto de la OTAN, cuando estos ni siquiera están directamente implicados en el conflicto. Está claro que El Salvador es uno de estos países.

¿Pruebas de ello? No hay que ir muy lejos. Desde la llegada de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos y sus reiteradas intenciones por condenar y eliminar la corrupción del Triángulo Norte Centroamericano, las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y El Salvador no han sido las mejores. Tanto así, que incluso se podría hablar de una campaña de desprestigio hacia Estados Unidos por parte del gobierno salvadoreño, la cual ha enemistado a gran parte de la población salvadoreña con el país norteamericano, cosa que no había pasado en los últimos 20 años. Este desagrado se ha manifestado desde comportamientos generales como la nula comunicación entre el gobierno y representantes del gobierno estadounidense hasta guiños como mofarse de pequeños errores en los discursos de Biden o referirse al conflicto Ucrania-Rusia como “Conflicto Ucrania-Rusia-OTAN”. No solamente eso. En la última cadena nacional, Nayib Bukele se dio la libertad de mencionar más de una vez la narrativa de una Irán invadida por fuerzas armadas estadounidenses en un claro intento por desprestigiar a Biden.

Con esto en mente, no es difícil ver cómo esta cultura de polarización política que promulga el gobierno se ha traducido en una ausencia completa de apoyo al menos moral hacia Ucrania. Se trata de la misma cultura política que demoniza toda aquella causa o toda aquella persona que no esté en lo más remotamente de acuerdo con el gobierno. De la misma manera, se ha demonizado a todo aquello que Estados Unidos apoye y condene; en este caso, la guerra entre Rusia y Ucrania. En el imaginario del gobierno, condenar a Rusia implicaría que El Salvador estaría de acuerdo y en el mismo bando que los Estados Unidos, lo cual, ya sabemos, es impermisible.

No hace falta decir que, si bien en parte las causas de este conflicto han sido la pseudo guerra fría entre la OTAN y Rusia, al final del día los verdaderos bandos son los de la humanidad y la destrucción. No se trata de estar del lado de Estados Unidos, sino de rechazar rotundamente el hecho que una nación democrática y una población civil inocente están siendo atacadas por los intereses militares y económicos de un líder autócrata. Es la responsabilidad del presidente, al ser uno de muchos líderes mundiales, al tener un asiento en la ONU, al tener una voz, condenar dichos actos. Al final del día, no se trata de si El Salvador, como el país pequeño que es, puede o no tener un impacto significativo en la conclusión de esta invasión, sino en saber que, independientemente de lo que pase, se estuvo en lado correcto de la historia.

 

Estudiante de Economía y Negocios

Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)                                

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Invasión De Rusia A Ucrania Opinión

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