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Gerardo Barrios: más de historia y menos mito (1)

La historiografía tradicional ha enfatizado en la invasión guatemalteca, obviando que, en El Salvador, había una especie de “guerra civil” que enfrentaba a las facciones políticas que lideraban Barrios y Dueñas, y en la que la participaban pueblos, milicias locales y comunidades indígenas, que al final apoyaron decididamente a Dueñas. No tiene sentido explicar la caída de Barrios únicamente como producto de la guerra contra Guatemala.

Por Carlos Gregorio López Bernal |

Barrios perdió el poder el 26 octubre de 1863, cuando huyó de la sitiada San Salvador; era el fin de una larga campaña militar contra Guatemala, Nicaragua, pero también contra tropas opositoras salvadoreñas. Impulsivo como era, Barrios cometió el error de avivar simultáneamente varios conflictos. Por un lado, su largo enfrentamiento con la facción liderada por Francisco Dueñas, por otro su utópico proyecto unionista, en compañía del nicaragüense Máximo Jerez, que retaba abiertamente la hegemonía regional ejercida por Rafael Carrera.

La historiografía tradicional ha enfatizado en la invasión guatemalteca, obviando que, en El Salvador, había una especie de “guerra civil” que enfrentaba a las facciones políticas que lideraban Barrios y Dueñas, y en la que la participaban pueblos, milicias locales y comunidades indígenas, que al final apoyaron decididamente a Dueñas. No tiene sentido explicar la caída de Barrios únicamente como producto de la guerra contra Guatemala.

Ciertamente que Carrera era el antagonista más importante. Contrario a lo que se cree, en ciertos momentos Barrios y Carrera tuvieron buenas relaciones. Por ejemplo, a inicios de 1861, la correspondencia de Barrios deja ver un proyecto, aparentemente propuesto por Jerez, para tomar el control de la anárquica Honduras y dividirla entre El Salvador y Guatemala.

Barrios escribió a Carlos Meany, que era su agente en Guatemala, comentando al respecto. A sus ojos, Honduras era era un Estado sin futuro, víctima de la disensión política y de la falta de visión de sus gobernantes. Señalaba que este país tenía muchos elementos de riqueza, entre las cuales destacaba las maderas y los minerales. Sin embargo, “las dilapidan, vendiendo una legua de preciosos árboles por una friolera que se la toma Guardiola.” Además, como era común en esos años, la inestabilidad política hondureña, a menudo repercutía en sus vecinos.

Al parecer, Barrios se entusiasmó con la idea al punto que dijo a Meany: “No hay que perder tiempo dígale al amigo [Carrera] y que unidos los dos como estamos, no nos meterán el diente los patriotas de Nicaragua, ni los que quedaran en Honduras. Lo que importa es reservar mucho la cosa, y en su época tomar la iniciativa, pa ver si los mismos pueblos apoyados en nosotros, se pronuncian voluntariamente por la Anesion.”[1] Independientemente de la viabilidad del proyecto; que Barrios considerara planteárselo a Carrera sugiere que tenían buenas relaciones, como lo recalca la expresión “unidos los dos como estamos”.

Las cosas cambiaron rápidamente. Un acumulado de hechos distanciaron a los dos caudillos hasta llevarlos a la guerra: los conflictos de Barrios con el obispo Pineda y Saldaña y el clero, tan estimados por Carrera; la presencia de Manuel Irungaray y otros emigrados guatemaltecos en el gabinete de Barrios, las incursiones armadas de Francisco Záenz desde Guatemala (abril 62), las alianzas de Barrios con liberales nicaragüenses y hondureños y sus proyectos unionistas. Además, la creciente oposición interna contra Barrios, buscó apoyos en Guatemala y Nicaragua.

Quizá el detonante del conflicto fue el tratado sobre la “reorganización nacional” firmado por Barrios con Máximo Jerez en julio de 1862, el cual pretendía formar un “Gobierno Nacional Provisional de Honduras, El Salvador y Nicaragua, cuyos tres Estados constituirán un solo cuerpo político, que se denominará República de Centroamérica”. En septiembre, se realizó una conferencia en Guatemala, entre comisionados guatemaltecos y nicaragüenses, pero Guatemala rechazó el proyecto por considerar que comprometía su soberanía y bienestar.[2]

Obviamente, Carrera vio las iniciativas de Barrios como una amenaza. Así se lo hizo ver al vice presidente hondureño Victoriano Castellanos en una carta fechada el 8 de noviembre de 1862. “He tolerado constantes amenazas y provocaciones que el General Barrios no ha dejado de hacer con este o el otro pretexto… Con tales antecedentes, ¿cómo es posible que las relaciones de los Gobiernos no se encuentren, desgraciadamente, en un pie tan poco satisfactorio?”[3] Un mes después el gobierno de Guatemala cortó toda comunicación con el salvadoreño. La guerra era inminente.

El 20 de enero de 1863 la Asamblea facultó a Barrios para que organizara la defensa del país y levantara empréstitos voluntarios o forzosos. La disposición se ejecutó pocos días después. El 18 de febrero Barrios ordenó que quienes no quisieran contribuir con el empréstito asignado fueran remitidos al ejército para servir como soldados, sin lugar a reclamo ni recurso; si eran mujeres o ancianos, sus hijos debían servir como soldados, sin perjuicio de subastarles los bienes. En la batalla de Coatepeque, Barrios ordenó colocar en las trincheras de más peligro a José Ciriaco López, Ramón Montoya, Ascencio García y otros vecinos de Santa Tecla, a quienes consideraba enemigos.[4]

Carrera invadió El Salvador, en su ejército venía buena cantidad de emigrados salvadoreños. Los contendientes se enfrentaron en Coatepeque, entre el 22 y 25 de febrero de 1863, triunfó Barrios de manera inobjetable. Carrera se replegó a Guatemala, pero meses después regresó con más fuerzas y penetró por varios puntos; fue tomando diferentes ciudades, hasta sitiar la capital. A finales de junio, Santiago González, uno de los principales jefes de Barrios, desertó. Jerez había sido derrotado en Nicaragua, lo mismo había sucedido con los aliados de Barrios en Honduras, Al final, Barrios enfrentaba a tres países. Peor aún, cada vez eran más los pueblos y ciudades que se levantaban en su contra; destacaban Sensuntepeque, Cojutepeque y Sonsonate y la región de Nonualco. San Miguel seguía fiel, pero el río Lempa dificultaba las comunicaciones y ya era amenazada por Nicaragua.

En agosto de 1863, Carrera movilizó su ejército sobre San Salvador, al tiempo que Vicente Cerna penetraba por Chalatenango, procedente de Honduras y los nicaragüenses se aproximaban a San Miguel. Para finales de septiembre Carrera estaba en el pueblo de San Jacinto, en las siguientes semanas los ataques sobre San Salvador arreciaron, hubo una resistencia tenaz, pero las municiones y vituallas escaseaban. El 26 de octubre, Barrios escapó de San Salvador, huyendo hacia el oriente y embarcándose en La Unión, pero manteniendo la decisión de retornar. Días después, Dueñas asumió la presidencia, la que conservó hasta 1871.

Historiador, Universidad de El Salvador


[1] Gerardo Barrios a Carlos Meany. AGN, Gobernantes de El Salvador, Gerardo Barrios, Correspondencia Tulane, caja 1, doc. 58. (sin lugar, sin fecha). Se respeta la ortografía del original. La alusión a Guardiola indica que la carta pudo ser escrita en 1861, ya que Guardiola fue asesinado el 11 de enero de 1862.

[2] Francisco J. Monterey, Historia de El Salvador: anotaciones cronológicas (San Salvador: Editorial Universitaria, 1996), Tomo II, 284-85.

[3] En ídem, 286.

[4] Ídem, 293 y 294.

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