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Una deuda con el gremio médico

Quizá solo sea un momento de tristeza el que me embarga cuando recuerdo a tantos colegas conocidos y me motiva a recordar esa deuda que, aparte de ser moral, es una obligación del Estado que se les cancele el seguro de vida por treinta mil dólares.

Por Ricardo Lara
Médico

Julio se caracteriza por un sinnúmero de celebraciones dentro del gremio médico; sin embargo, parece que el olvido hace su efecto y poco a poco soslayamos a los más de cien colegas que dieron su vida ante una pandemia de una enfermedad totalmente desconocida.


¿Qué puede celebrar una familia que perdió al padre, madre, un hijo que era pilar de familia que mantenían ese hogar?
No se trata de escribir a determinado sector, sino que es una pregunta que me repito a menudo: ¿cómo será la vida de esa familia donde su “Héroe de Blanco” ya no existe? ¿Dónde quedó la solidaridad que fue lo que nos volvió un gremio médico con alma, con coraje?


No sé si los parientes de todos los colegas fallecidos leerán estas líneas que van dedicadas con todo el respeto. Quizá solo sea un momento de tristeza el que me embarga cuando recuerdo a tantos colegas conocidos y me motiva a recordar esa deuda que, aparte de ser moral, es una obligación del Estado que se les cancele el seguro de vida por treinta mil dólares.

El tiempo pasa y la vida en el país cada día es más cara, hay más pobreza y por un momento me pongo en los zapatos de los familiares de estas víctimas; ese dinero, que no es un regalo sino que es el justo reconocimiento a quienes dieron sus vidas por salvar las vidas de sus pacientes; el dinero del seguro de vida es una decisión de honor para el Ejecutivo y que sea el MINSAL quien se aboque a esas familias de fallecidos para cerrar ese triste capítulo de la historia de nuestro país y del sector salud.


Quizá no sea un tema relevante para muchos, para mí sí. Un hogar que pierde al proveedor no solo pierde al pilar sino que el sustento diario, la educación, el ejemplo de vida. No se pide ni se exige nada que no esté en la ley, sino que tan solo se cumpla. No es un mes para celebrar.

Quizá vale la pena reflexionar que la vida es efímera; ayer fueron mis colegas, mañana puede ser mi persona y debe la memoria vencer al olvido; una sociedad que da la espalda a su mejor gente no tiene conciencia , no podemos esperar que un tema de gran relevancia para las familias de los colegas fallecidos gane el olvido. ¿Quién lo hará? ¡Nadie!
Parece que cada quién debe curarse sus heridas y es esa indolencia lo que nos convierte en un país que permite o es cómplice de que los salvadoreños migren, busquen otros horizontes pues si acá somos incapaces de sentir un poco de empatía por nuestra gente siendo aún del gremio, ¿qué podemos esperar de alguien al que poco le importa la tragedia que sufrimos? Olvidamos la vulnerabilidad del ser humano y pensamos que seremos eternos cuando en un santiamén estamos rendidos. Como se dice, “todo es llamarada de tusa”, pues la elegancia de las despedidas en los cementerios no fue solo más que un momento de debilidad, un llanto necesario que debemos sacar pero todo se resume a que, vivimos un presente a toda prisa y dejamos en el pasado a lo mejor del gremio médico.


¿Por qué le llamo la mejor gente? No se trata de quién es el más preparado sino de aquellos que sin un conocimiento técnico o científico no dudaron en enfrentarse al virus, sin la protección adecuada nada los detuvo ni asusto y, al contrario, en ese miedo que todos vivimos no escatimaron ofrendar su vida por el paciente. No debe importar si el colega fallecido estaba afiliado al Colegio Médico para que éste saque el pecho por su gente.


No es un mes de felicidad, sino que, a título personal, es un tributo a cada colega que creyó en su deber y que es el olvido la respuesta recibida, por el mismo gremio, las instituciones de salud , el gobierno y, ¿por qué no?, de un país entero. Se dio más realce y más pesar del Ejecutivo el asesinato de los policías en Santa Ana…

Médico.

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