La palabra pogromo proviene del ruso y literalmente significa “demoler con gran violencia” o “causar grandes estragos”. Históricamente se ha utilizado para describir los ataques que ha sufrido el pueblo judío por parte de poblaciones no judías, usualmente en eventos bélicos previamente no declarados con anticipación, es decir tal como sucede en las guerras no declaradas.
Aun cuando la palabra pogromo se usó inicialmente en Rusia y Ucrania hace más de 2 siglos, actualmente se utiliza en cualquier parte del mundo en donde el pueblo judío sufra de “ataques con gran violencia”. Usualmente se trata de una muestra de violencia no contra las expresiones religiosas del pueblo hebreo, sino contra el semitismo sociopolítico de los siglos anteriores y del presente.
Un ejemplo típico ocurrió en Alemania entre el 9 y 10 de noviembre de 1938, fechas que marcaron la culminación de eventos de violencia callejera conocido como Kristallnacht (la Noche de los Cristales Rotos) y que fue seguido de una fuerte legislación antisemita previo al desarrollo de los campos de exterminio y campos de concentración que caracterizaron el periodo más violento contra los judíos durante el si XX.
Para muchos, el progromo final tendría que haber sido la Shoah (catástrofe, en hebreo) como le llama el pueblo judío o el Holocausto como le llama el resto del mundo; sin embargo, esto no fue así, a menos de un año de finalizada la Segunda Guerra Mundial en la población de Kielce, Polonia, la población local lanzó un pogromo en contra de los judíos sobrevivientes del Holocausto: murieron 42 judíos e hirieron a más de 50 personas, por supuesto, un hecho de violencia irracional.
La descripción más acertada del pogromo que vivió Israel y que dio origen al actual evento bélico, probablemente la hizo el general de división Itai Veruv, de la IDF (Fuerzas de Defensa Israelí), quien al presenciar la violenta devastación en el Kibutz de Kfar Aza, poblado que ya se perfila como el peor lugar de la matanza, mencionó: “No es una guerra ni un campo de batalla, es una masacre, es algo que no había visto en mi vida, algo más parecido a un pogromo de la época de nuestros abuelos”. (https://www.nytimes.com/es/2023/10/12/espanol/guerra-israel-gaza-ataque-kibutz.html).
Por supuesto, que el pueblo palestino no tiene que ser definido ni tratado como sinónimo del grupo terrorista Hamas. De hecho, muchos palestinos han mostrado su conmoción y rechazo por el ataque; sin embargo, están igualmente sufriendo las consecuencias. De la misma manera que el pueblo judío civil no debería haber sido el objetivo principal de la violencia irracional que caracterizó el inicio de este pogromo, pero fueron masacrados indiscriminadamente.
Siempre impacta ver cómo niños de diferentes edades sufren y mueren en una guerra que a su corta edad no tiene explicaciones posibles. Además, sigue siendo desgarrador ver el trauma físico y psicológico especialmente de los niños que, a tan temprana edad ya se enfrentan con el dolor, sufrimiento y la muerte de sus familiares cercanos y amigos. Los ejércitos contendientes lo llaman “daño colateral”, pero se trata de un verdadero sin-sentido en la lógica de la violencia. Un doloroso costo que pasará su factura en un futuro no muy lejano.
Desafortunadamente, el mundo sigue siendo testigo cada día de una escalada de violencia y desinformación, que hace que cada quien busque “su verdad” sobre el conflicto, en lo que suele tener a mano: un teléfono celular o una computadora, sin profundizar en los eventos colaterales o en las bases del conflicto. A casi un mes del inicio bélico, somos testigos como la islamofobia y el antisemitismo han crecido en las sociedades europeas y norteamericanas. Incluso han llegado a manifestarse en estudiantes de universidades de élite, ejemplo claro de cómo las sociedades y el mundo académico también toman partido en los eventos bélicos.
El mundo occidental tal vez todavía no se ha dado cuenta, pero esta tendencia de un mundo dividido entre la islamofobia y el antisemitismo no es un problema solo del Medio Oriente en general ni de este conflicto bélico en particular. Nos referimos a que, de una manera u otra, el mundo ya ha tomado partido con los contendientes de la guerra, acompañado de la incertidumbre, la violencia irracional y el sentido de impotencia que generan estos eventos bélicos, pero que se transmite al mundo en que vivimos.
Pensar que la paz será un proceso fácil de alcanzar en pueblos que han estado francamente enemistados y cuya definición de enemigo es el pueblo contrario, nunca es fácil. Tampoco lo es que nos volvamos espectadores o participes a distancia de estos eventos, por las razones que sean. Es por esta razón, que hoy por hoy, la persistencia de los Progromos habrá sido y seguirán siendo, sin lugar a dudas, un verdadero fracaso de humanidad y para la Humanidad.
Médico y Doctor en Teología.Médico y Doctor en Teología.