Edades del humano viajero
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“Después de nacer como ángel caído, llega el tiempo cuando viril y triunfal se alza en dos patas en el meridiano de su vida. Entonces es capaz de vencer o ser vencido. “Con los años —prosiguió la contadora de enigmas— ese mismo animal llega al ocaso de su vida en tres patas, cuando tiene que usar bordón. Primero anda en cuatro: instintivo e insensato como un cuadrúpedo. Luego se convierte en bípedo y marcha triunfal contra la vida en sus dos extremidades anteriores. Finalmente, en el atardecer de su existencia es derrotado por el tiempo implacable, pierde sus fuerzas y equilibrio, teniendo que recurrir al bastón de laurel o de caña para apoyarse. Ya tiene su tercera extremidad, que es a la vez el cetro de su grandiosa victoria contra el mundo. “Si sumas las patas de esa rara criatura, verás que son exactamente nueve” concluyó Simha. “Agradezco tus divinas enseñanzas, admirada Esfinge –repuso Kania a la fabulosa aparición–. Pero si hablas de esa criatura de nueve extremidades, que resulta ser el hombre que huye de su propio destino... ¡déjame entonces irme de aquí y perderme en el anchuroso erial para buscar al hombre solo que olvidé!” Simha vio partir nuevamente al adepto, que se perdió en las dunas ardientes. A solas y sobre sus dos patas, sabiendo que mañana caminaría en tres, hasta completar el nueve de la soledad. (VIII) <de “La Esfinge Desnuda” -C.B.>
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