Hace unos meses diseñé una hoja de Excel titulada “Play Life”, en la cual simulé el ciclo de la vida en cuatro grandes categorías: 1) 0 a 18 años: plasticidad, codificación, lúdico/ desarrollo, alteridad y conciencia; 2) 19 a 30 años: definición, madurez, decisión; 3) 31 a 50 años: estabilidad, ética y familia; y 4) 51 a 73 años: sabiduría, deterioro y planificar el fin…
Terminé el ciclo en 73 años, ya que es el promedio de vida en Latinoamérica; allí puse dos notas más: Final y legado; y de allí en adelante “dependencia”. Al parecer es un guion más o menos estándar de la gente, con diversos bemoles y circunstancias; aunque lo único seguro es la muerte, aquí no hay posibles interpretaciones.
Como diría Heidegger, el ser humano no es alguien que muera, sino que somos seres para la muerte; nacimos para morir. Pero nos interesa hablar de la vida. ¿qué estamos haciendo con nuestra vida? ¿Qué decisiones tomamos? o ¿para qué vivimos?
Hay gente que cree que la vida es hacer dinero y acumular, y en el otro extremo encontramos personas que simplemente viven sin saber para qué, sólo cumplen ciclos rutinarios. En medio encontramos un amplio espectro de intereses y estilos de vida, más o menos disciplinados.
En la vida aparecen experiencias traumáticas que nos sacuden y nos recuerdan la vulnerabilidad humana. Enfermedades o accidentes nos acercan al episodio de la muerte, nos hace tambalear o despertar y reajustar la brújula de la vida.
Cada quién tiene una cosmovisión y una guía ideológica y axiológica. La herencia genotípica, las experiencias de crianza, la familia, el juego, la educación, la cultura, la sociedad educadora, la religión, entre otros aspectos moldean la personalidad y el temperamento. Por esta razón somos tan similares y a la vez tan distintos.
Empresarios, psicópatas, intelectuales, corruptos, deportistas, líderes espirituales, profesionales, obreros, profesionales, mendigos, entre muchos otros, configuran esta red social en la cual vivimos. Pero las tecnologías de la información y sobre todo las redes sociales están cambiando las necesidades…
Un tema fundamental en el devenir de la vida es el lugar fortuito en dónde nacemos, bajo qué circunstancias y en qué coordenadas socioeconómicas. Hay gente con suerte (¿5% de la población?), otros que tienen que luchar (¿30%?) o simplemente normalizan su status quo (65%). Aquí hay dos visiones “disposicional” o responsabilidad del sujeto para cambiar la realidad y “situacional” el entorno como determinante y como generador de productos sociales.
El psicólogo Abraham Maslow (1908-1970) en “Una teoría sobre la motivación humana” (A Theory of Human Motivation) definió una pirámide de necesidades: 1) -en la base- Necesidades básicas o fisiológicas: Son las únicas inherentes en toda persona, básicas para la supervivencia del individuo. Respirar, alimentarse, hidratarse, vestirse, sexo, etc.; 2) Necesidades de seguridad: Se busca crear y mantener una situación de orden y seguridad en la vida. Una seguridad física (salud), económica (ingresos), necesidad de vivienda, etc.; 3) Necesidades sociales: Implican el sentimiento de pertenencia a un grupo social, familia, amigos, pareja, compañeros del trabajo, etc.; 4) Necesidades de estima o reconocimiento: Son las necesidades de reconocimiento como la confianza, la independencia personal, la reputación o las metas financieras; y en la cima, 5) Necesidades de autorrealización: Este quinto nivel y el más alto solo puede ser satisfecho una vez todas las demás necesidades han sido suficientemente alcanzadas. Es la sensación de haber llegado al éxito personal.
Pero esta descripción está cambiando; las necesidades básicas (1) se fusionan con las de reconocimiento (5), implican tener y comprar (consumismo); las necesidades de seguridad (2), sociales (3) y de estima (4) se integran, son más egoístas, ficticias y están mediadas por las tecnologías.
No podemos dejar de la lado las diez capacidades de dignidad humana y bienestar propuestas por Martha Nussbaun: vida, salud, integridad corporal, sentido, imaginación y pensamientos, emociones, razón práctica, afiliación, relación otras especies, jugar y control sobre el entorno. Aquí hay necesidades de funciones y libertades que se deben construir para la armonía individual y social.
La sociedad y los individuos cambian porque se modifican los patrones cerebrales a través de una dinámica lúdica de la niñez más individualizada y por la intervención de las nuevas tecnologías en las dinámicas de interacción social.
Existe un relevo generacional que hecha mano de las experiencias vividas -cómo nos educaron- pero integra otros elementos de la evolución científica y tecnológica. A partir de 1995 internet es la nueva enciclopedia móvil de consulta para resolver múltiples problemas de la vida. A veces encontramos certezas otras veces basura digital.
Los centros escolares -públicos y privados- son un buen laboratorio para observar los cambios antropológicos, psicológicos y sociológicos. ¿Qué observamos allí? Un alto nivel de sobreprotección irracional y emocional; el debilitamiento de la autoridad y la disciplina del maestro (a); violencia y bullying; dehumanización tecnológica; poca lógica y limitadas humanidades; ¿qué podemos esperar…? Es en la vida escolar en dónde se ordenan las piezas éticas y racionales del rompecabezas de la vida.
Todo esto desemboca en sistemas sociales y políticos absurdos, y sobre todo en el deterioro de la democracia; no es casualidad, si nos gobiernan ilusionistas, populistas o dictadores, es por que una masa de ciudadanos sin criterio los han llevado allí; gente que razona poco y que es guiada por su sistema reptil y básico; las emociones controlan la razón, el corazón al cerebro, la estupidez a la inteligencia.
No deberíamos dejar de lado en el análisis los estancos de los controles económicos y tecnológicos; los países más pobres y excluidos -y los que nacemos en ellos- corremos una suerte de dependencia radical. No participamos en la definición de los destinos tecnológicos que rigen el mundo, somos simples consumidores, y esto tiene que ver con el desarrollo de Investigación e innovación. Estamos predestinados, cada vez más, a consumir y la brecha científica tecnológica es enorme.
Cambiar o transformar esta realidad requiere una mentalidad brillante, que integre una trilogía difícil de conseguir: ética, visión de largo plazo y cientificidad. Esto puede modificar la estructura el guion del país en dónde nacemos, crecemos y nos educamos…
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Investigador Educativo/opicardo@asu.edu