“Môham” -la ignorancia que procede de la selva de los deseos- sumergió a la Humanidad terrestre en el divino olvido. Invisible e ínfimo en el vasto océano astral, su mundo -de ilusorio poder, vanidad, impiedad, profanación e idolatría- echó a perder lo hermoso del amor, la paz y la naturaleza. Millardos atrás la Tierra cambió de polaridad y el Hemisferio Norte se convirtió en polo sur y viceversa. Fue cuando –desnudo de su campo magnético—el planeta quedó expuesto a la radiación de las tormentas solares y se cree que algunos simios parieron la mutación de la especie infrahumana a la Humana. Naturalistas atribuyen a esa evolución las distintas razas dispersas del planeta. Luego advinieron edades y culturas milenarias hasta llegar a la última civilización tecnológica que –ciega de poder y sin visión cósmica—devastó al planeta, envenenando el mar, el aire, destruyendo bosques y demás especies de la creación. El letal poder de guerra le llevaría al holocausto nuclear y a crear virus mortales para su propia extinción. Fue cuando intentó su éxodo estelar en busca de un lejano planeta sustituto. (LIII)