El recuerdo es el sueño del ayer; la memoria, estampas fugaces del pasado. El mañana, no tiene recuerdos, aunque a veces evoca lo añorado o perdido. A continuación, narraré las memorias de un legendario pescador y trovador, habitante de un puerto, de cuyo nombre no puedo acordarme. En él yacía un nostálgico cantar que solía interpretar con su bandurria de cedro al eterno mar de su nostalgia. Siempre mirando al ayer, que más que ayer, era el imposible porvenir de la ilusión; de un amor ausente. Su “Cantar de Sueños y Gaviotas” decía: “En las playas del olvido/ encontré un pájaro herido/ Era una blanca gaviota/ que tenía el ala rota/ y muy triste el corazón/ Y la cuidé algún tiempo/ para no morir su vuelo/ Y la llevé a los esteros/ para que viera un velero/ y los peces sobre el agua/ ¡Gaviotas! ¡Gaviotas que se van! / Ella me enseñó a volar/ ¡Y a imaginar! / Con esas ansias secretas/ ¡La libertad! / Y yo le enseñé a versar/ ¡Y a olvidar!/ Como versan los poetas / enamorados del mar!/ Y un día sanaron sus alas/ ¡Y se marchó! / Y voló al cielo de un olvido/ ¡Dejándome! / Y nos dijimos adiós/ ¡En el amor!/ Como dos viejos amigos/ Ella se llevó la estrella/ ¡Que atardeció!/ Y a mí me dejó el camino/ que me dejó/ Y un día volveré a los riscos/ ¡Buscándola!/ para encontrarme con ella/ ¡Vagabunda!/ Para pedirle la estrella/ ¡Que atardeció!/ Y devolverle el camino/ ¡Que me dejó!/ Para pedirle mi sueño/ ¡Que arrebató!/ Y devolverle su vuelo fugaz.” (I) (De: “El Mar de las Leyendas” C.B.)
Cantar de sueños y gaviotas
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