Vas hacia una meta determinada, pero de pronto, algo puede hacerte cambiar el rumbo: lo inesperado, los muros invisibles, las adversidades del mundo; circunstancias imprevistas, tus mismos límites humanos. Entonces, no puedes forzar al destino a que ocurra lo que no estará escrito en el maravilloso libro de la vida. Pero de igual manera, puedes edificar tu destino con los ladrillos que la existencia te haya dado o que hayas hecho con tus acciones creativas. Lo importante es construir el edificio de tu destino, no importa lo grande o maravilloso que éste sea. Hay pequeñas semillas que dan árboles grandes en tanto que otras sólo hierba y maleza o pequeños tréboles. Somos arquitectos del proyecto, actores del libreto… “Vivo de mis acciones” dicen los inversionistas financieros. El ser humano, por igual, vive de sus acciones buenas. En otras, va a la quiebra por sus erradas acciones -ya financieras o humanas. Somos, pues, producto de nuestras mismas decisiones e inversiones en el sistema bancario de la existencia. Siempre construyendo nuestro destino o dejando tirados los ladrillos del humano proyecto.
Construyendo tu destino
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