Los colores son maravillas de la Naturaleza: el rojo, el celeste, el negro, el anaranjado o naranja, y muchos otros más, que resultan de la combinación de los anteriores.
Y según los entendidos, tienen su propio significado: el blanco, por ejemplo, significa paz, pureza; el negro quiere decir luto, pero en caso de vestimenta masculina, de etiqueta, con corbatín, significa elegancia; el verde es esperanza; el rojo es alegría; el anaranjado es felicidad, etc.
La novia al casarse lleva un pomposo vestido blanco en señal de pureza de cuerpo y de espíritu; así como los niños que hacen la Primera comunión, van vestidos de nítido color blanco; y así, las costumbres.
Algunos artistas o cantantes visten de un blanco riguroso, como el famoso cantante español Julio Iglesias, de quien también se dice que tiene su jet privado color blanco.
“Aristotesis Sokratis Onassis (Aristóteles Onassis). Fue un armador y financiero griego, hijo de un acaudalado comerciante de tabaco. En 1922, al apoderarse los turcos de Esmirna, su ciudad natal, huyó a Grecia, y de allí se dirigió a Buenos Aire, donde creó una fábrica de tabaco.
“Inició su fortuna durante la crisis mundial de 1930-31, en la que adquirió seis cargueros canadienses a precio irrisorio. Amplió su actividad de armador y en 1936 inició la creación de una flota petrolera.
“Prestó valiosos servicios a los Aliados durante la II Guerra Mundial y, finalizada ésta, prosiguió el desarrollo de su poderío económico.
“En 1956 creó la Compañía aérea Olimpic Airways, S. A., y en 1947 la de cruceros de gran lujo Olimpic Cruises. En1946 poseía ya una flota petrolera que representaba un total de 2.500.000 toneladas de registro bruto.
“Su personalidad social y mundana alcanzó aún más relieve tras su matrimonio en 1958 con Jaqueline Kennedy”. (“La enciclopedia”. Volumen 15. Salvat Editores, S. A. Madrid, España, 2004).
Y referente a la palabra ‘color’, hay un dicho que dice así: “Darse color”, que significa que alguien se da fama sin tener ningún mérito.
Jamás, pues, nos demos color ante nadie. Dejemos honestamente que los demás hablen por nosotros, de acuerdo a lo que hemos logrado por nuestros propios esfuerzos. ¡Sí, señores!